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Recordando el solsticio de invierno de 2016 (En la Ciudad Universitaria de Caracas). Antonio y Luis Polito

 Hoy, 21 de diciembre de este difícil 2020, es día de solsticio de invierno. Quiero recordar aquel de 2016. Ese día organicé un paso al Cuerpo Central de la Ciudad Universitaria de Caracas. Invité a amigos y estudiantes, casi todos de la FAU-UCV, y se sumó también el colectivo Ccs-365. El evento fue en horas de la tarde, para observar los efectos de luz en aquel maravilloso espacio arquitectónico, en el momento del año en que el sol alcanza su máxima inclinación al sur.

 Como es natural todos tomamos muchas fotos. Y yo leí dos textos. Los dos atañen a tiempo y espacio en ese particular momento del año.

El primero es: El solsticio de invierno. Lo escribió Antonio Polito Di Sabato, mi hermano mayor, ingeniero rara avis, ya que tiene sensibilidad para el arte. Además es psicólogo, astrólogo y es capaz de componer y tocar con su guitarra o su piano hermosas piezas, siempre con una marcada sensibilidad.

 El segundo es: Elogio de la mayor fachada de Venezuela, escrito por mí y publicado en la ocasión que hoy recuerdo.

 A continuación se reproducen los dos. Luego, dos fotos de aquel paseo en día del solsticio de invierno en 2016.

 El solsticio de invierno. Antonio Polito

 Cerca del 21 de Diciembre ocurre un hecho cósmico muy significativo, es el instante de tiempo que señala el solsticio de Invierno del hemisferio norte y el inicio del tránsito del Sol por el signo zodiacal Capricornio. Desde la remota antigüedad se ha usado esta fecha para múltiples celebraciones, una de ellas es la Navidad o nacimiento de Jesús aunque se celebre unos días después, sin embargo hoy en día también se acostumbra a celebrar la llegada del espíritu de la Navidad. Un análisis de lo que ocurre a lo largo del año puede revelarnos el sentido profundo de este momento.

 En el hemisferio norte, en esta fecha, se da el día más corto y la noche más larga del año. A la vez es el día en el cual el Sol alcanza menos elevación respecto del horizonte. Ambas circunstancias coinciden en caracterizar ese momento como la mínima expresión de la cualidad solar en la Tierra. Al haber menos Sol hay menos luz, menos vida y menos energía, en otras palabras es el día de mayor escasez en todo el año.  Es la situación inversa a la que ocurre con el otro solsticio, el de verano, momento de mayor abundancia del año.

Como contraposición a lo que muestra la naturaleza, en las Navidades todos nos dedicamos a dar la impresión de lo contrario. Adornamos nuestras casas, celebramos una cena suculenta, ofrecemos regalos a nuestros seres queridos, especialmente a los niños.  Los que están empleados en una empresa esperan recibir sus aguinaldos. En resumen, el que tiene da y el que no tiene espera recibir. Estas costumbres son muy sabias y coherentes, porque en el Solsticio de Invierno el hombre imita la conducta que el Sol presentó durante el verano, es una especie de juego entre el hombre y el Sol. Cuando el Sol da lo mejor de sí, el hombre aprender a recibir, cuando el Sol va a su mínima expresión, el hombre muestra el poder y la energía que ha logrado dar a su ser. Es como el niño que nace, se cobija en el seno materno, lo recibe todo de su familia con el compromiso de crecer y convertirse poco a poco en un hombre, capaz de engranar en la continuidad del proceso sin fin.

 Esta es la razón por la cual el hombre próspero llena su casa de alimentos y de luces, y esparce esos bienes hacia los seres que lo circundan como un Sol que calienta e ilumina a todos sin discriminar. Con este hecho el hombre demuestra ser vencedor contra la escasez, demuestra que puede ser independiente, que pudo aprovechar los momentos de abundancia para ahora sobrevivir de buena manera, demuestra que puede ser un Sol.

 Vamos un poco más allá, el hombre próspero y verdaderamente sabio, practica el agradecimiento, porque para ser prospero en invierno, es porque ha sabido tomar los recursos que el Sol ofrece en verano y aprovecharlos. Es una especie de “cadena de favores”, el hombre prospero le da gracias al Sol y las personas necesitadas le dan gracias a ese hombre. El hombre agradece a sus padres y da a sus hijos, y no olvidemos que un bebé nace completamente indefenso e inepto para subsistir, así que no hay nadie que esté escuchando estas palabras que no tenga a quien agradecer estar aquí ahora.

 La celebración del Espíritu de la Navidad, no es más que la misma Navidad de siempre pero celebrada en el propio solsticio unos días antes de la Nochebuena. Podemos resumir que se trata de una experiencia de triunfo, una exaltación de los poderes materiales y espirituales del hombre, por eso es el momento de mostrar abundancia y generosidad, sin olvidar el agradecimiento. Demás está decir que la costumbre de escribir una carta de peticiones al espíritu de la Navidad se la dejamos a los niños, mientras que los adultos haríamos bien en revisar las riquezas que poseemos y como las podemos compartir.

 Antonio Polito

antoniopolitodisabato@gmail.com

Elogio de la mejor fachada de Venezuela. Luis Polito

En la arquitectura del trópico, una fachada orientada al oeste puede ser una auténtica pesadilla. Todavía recuerdo el crujir de la fachada metálica de una oficina que proyecté al interior del Cubo Negro de Chuao, a comienzos de los 80, recién graduado yo. El sol de la tarde, implacable, dilata los marcos y estos se tensan. El calor se instala en la fachada y tarda horas en disiparse. En edificios como este, los trabajadores asisten al trabajo con ropas en contraste. Los hay que van muy abrigados. Son aquellos que tienen sus puestos de trabajo lejos de las ventanas y tienen que lidiar con el frio que produce un aire acondicionado a todo dar para intentar compensar el calor de las zonas aledañas a las fachadas de vidrio. En cambio, los que tienen sus puestos de trabajo en esta segunda zona van ligeritos de ropa porque el calor es insoportable. 

He aquí una advertencia y una lección.

La segunda lección la ofrecía el maestro Jesús Tenreiro cuando comentaba que el empleo de los parasoles le parecía que implicaba tratar al sol como a un enemigo. Eso no le gustaba.

 La primera lección es evidente y sus efectos se padecen muy a menudo en cualquier rincón de nuestra geografía. La segunda lección es sutil y me permite adelantar algunas observaciones sobre el tema. Son producto de mi vivencia en mis dos casas: en la que duermo (que recibe tanto el sol del este como el del oeste, a diferentes horas y de diferentes maneras a lo largo del año) y en la que trabajo; la Ciudad Universitaria de Caracas.

I- Fachada caliente

Una de las fachadas de mi apartamento de planta baja se orienta al sur-oeste. En relación a ella, hay un antes y un después.

 El antes era un mango que estaba en la casa de al lado, que arropaba con su sombra. Un buen día tumbaron al mango y vino el después. Apareció la claridad, pero también el rabioso calor.

 Y así aparecieron también mis meditaciones acerca de la fachada oeste.

Esta zona, otrora oscura es ahora diferente. El sol de la tarde incide con fuerza en esa pared orientada al oeste. Hay meses, como en mayo, en los que ir al baño en la tarde es asistir a un sauna. A las siete de la noche coloco mi mano sobre la pared que mira al oeste y siento el calor que se ha concentrado allí.

De modo que, en cuanto al problema del calor, la fachada oeste se las trae. Los arquitectos conocemos (deberíamos) los mecanismos para disipar este problema ¡y  olvídense de cortinas y de papeles ahumados! el asunto requiere algo más, algo que se proyecte hacia afuera y que cuesta dinero.   

Para continuar con el tema, es oportuno separar estos dos efectos: luz y calor. Son problemas distintos y requieren soluciones distintas. Y como más adelante veremos, el sol de la tarde también se puede revelar como un buen amigo.

A veces el arquitecto se limita a hacer de la fachada oeste una simple pared ciega. cree resolver el problema: fachadas ciegas al este y oeste, fachadas abiertas al norte y sur ¡Veinte puntos cree él! Pensemos en cambio en los problemas: por esa fachada ciega no entra ni luz ni aire. y son necesarias. Por otra parte, la simple fachada ciega al oeste actúa como una plancha caliente colocada allí ante nuestras narices ¡Cero tres!

Tomás Sanabria emplea dos dispositivos distintos para las fachadas este y oeste. El primero es hacer dos paredes separadas por una cámara de aire. Tenemos así tres elementos: la pared expuesta al sol, la cámara de aire y finalmente segunda pared –la interna- que no está expuesta al sol y que por lo tanto no se calienta. (Sede de la Electricidad de Caracas. Primera etapa). La segunda solución es la de unos pequeños aleros o persianas horizontales que arrojan sombra sobre la pared de la fachada (Sede Banco Central de Venezuela).

 En términos de la posición del sol con respecto a los edificios, este y oeste pueden parecer equivalentes pero no lo son. El sol de la mañana lo apreciamos, nos da energía y nos ayuda a despejarnos. El sol de la tarde aparece a la hora del sueño después del almuerzo ¡fatal! la diferencia es la misma que existe cuando estamos en la playa: el sol de las diez de la mañana no es tan intenso como aquel de las dos de la tarde, aunque su inclinación con respecto a nosotros es similar.Se trata de la inercia térmica.

Para concluir este punto, digamos que de las cuatro orientaciones puras -norte, sur, este y oeste- la última es la que gana en cuanto al problema del calor.

 II- Aberturas

En la arquitectura, y en el problema que nos ocupa, hay que hacer otra distinción. El movimiento del sol, aunque varía a lo largo del año y del mismo día, es periódico. Con un ábaco solar podemos saber cómo penetra la luz en un determinado espacio a una cierta hora y en que ángulo. La otra variante la constituye la forma, posición y tamaño de las aberturas.

Una condición regular en contraste con infinitos diseños posibles. 

La arquitectura es en esencia un sistema de filtros y de límites. Un suelo horizontal y continuo nos sirve para caminar. Otro escalonado nos ofrece en cambio la posibilidad de sentarnos y mirar a la distancia algún espectáculo.

Las aberturas y sus tantas formas son formas de filtros para animales y personas, para la luz y para el aire.

Si como dice Alberto Campo Baeza, la luz es el material que todo gran arquitecto domina,  esta destreza se ejerce a través de las formas de las aberturas.

 Nótese que hablo de aberturas y no de ventanas. Las últimas son respuestas convencionales. No hay nada de malo en ello. Pero conviene pensar en aberturas, toda vez que Villanueva nos ha enseñado las ricas posibilidades que nos ofrece eliminar las ventanas y pensar en otro tipo de respuestas para la luz y el aire. 

Y conviene aquí repasar algunas aberturas célebres.

Una de ellas es la del Panteón romano. No es una ventana convencional. Se le identifica con dos términos: linterna, que alude a la abertura central en las cúpulas y óculo por metáfora a las dos ventanas de nuestro cuerpo.

Es la única abertura de un espacio circular de unos cuarenta metros de diámetro. El panteón es uno y todo: un único espacio, una única puerta y ese gran hueco de casi nueve metros de diámetro, perfectamente centrado y a cuarenta metros por encima de nuestras cabezas (aproximadamente a la altura de un piso 12 para los no entendidos).

Si ya lo anterior nos pone a pensar en los alcances de la arquitectura, detengámonos en otro aspecto.

Me gusta colocar dos fotos a mis alumnos: una es una pared perforada y la otra son marcos y hojas de ventanas de cualquier tipo. Luego les pregunto: ¿Son lo mismo? ¿Ambas son ventanas? ¿Cuál es la ventana?

Digamos que con la pregunta separo la perforación del mecanismo. Y la pregunta sirve así mismo para meditar un poco.

El óculo del Panteón da pistas a una posible respuesta. Aquí hay abertura, pero no hay mecanismo alguno. Por esa enorme abertura entra el aire y la luz, las palomas y la lluvia.

Dentro de este templo pagano, de esta maravillosa obra de la arquitectura universal; entra el agua. Cuando afuera llueve entra el agua. Cuando nieva afuera entra la nieve.

La única abertura es pura, no tiene nada más. Si llueve afuera ¡llueve adentro!

Y espero no salga por allí alguien a decir que los arquitectos Apolodoro de Damasco y el propio emperador Adriano se equivocaron porque no previeron la entrada de la lluvia.

 Aquí, en el Panteón, lo que prevalece es la más pura pureza.  

La ubicación de esta perforación genera un interesante ejercicio que permite observar la presencia del halo de luz circular o elíptica moviéndose por las paredes y por el pavimento del Panteón a lo largo de las horas del día y a lo largo del año. Es un recurso arquitectónico para concientizar los movimientos de rotación y traslación, los equinoccios y solsticios.

Recordemos Stonehenge, ese antiguo monumento que es un instrumento para percibir y adorar los movimientos del sol. Y medito sobre mis propias casas y en las fotos que tomo buscando atajar y compartir esas fascinantes variaciones de luz que nos hacen sentir que asistimos a un espectáculo único e irrepetible. Todo sin efectos especiales. Solo arquitectura y luz. El sueño de todo arquitecto que se precie de serlo. 

Los antiguos romanos colocaron la vara de la calidad de las aberturas de luz en un lugar muy alto.

¿Será casualidad que esa alta vara de calidad tenga que ver con la propia altura de la fuente de luz?

Veamos ahora que hizo Villanueva con la fachada oeste más importante de la arquitectura venezolana.

 III- Las fachadas y aberturas de la Ciudad Universitaria de Caracas

En cuanto al diseño de fachadas y aberturas, Villanueva en la Ciudad Universitaria nos brinda estupendas lecciones.

 Las decisiones en cuanto a orientación de los edificios son netas, claras. Veamos.

 A excepción de algunos elementos singulares, la mayoría de edificios coinciden con los cuatro puntos cardinales. los edificios de Arquitectura, FACES, Farmacia tienen sus fachadas alargadas orientadas al norte y al sur. Para diferenciar al edificio de la Biblioteca, el volumen rojo y negro que domina el conjunto, Villanueva lo gira noventa grados respecto a los otros edificios altos. 

Otra constante la encontramos en la orientación preferente de los espacios de aulas. Se abren al norte, la fachada de menor incidencia solar en el hemisferio en el que nos encontramos. a esta orientación favorable se le suma otra cualidad: la hermosa vista del Ávila.

 En otros espacios, la luz penetra por lo alto. Tal es el caso de los espacios de circulación y de los techos de los Talleres de Plástica de la Facultad de Arquitectura (hoy Taller Galia). En estos casos, la orientación escogida para la abertura es la misma: el norte.

Hasta aquí, todo perfecto. Pero todavía falta algo.

La arquitectura de la Ciudad Universitaria muestra la importancia de los espacios de circulación y las posibilidades de su tratamiento.

Ya lo sabemos, uno de los atributos del conjunto universitario reside en esos fantásticos corredores sombreados que nos permiten recorrer y admirar fachadas de color, cuerpos, árboles y pájaros.

 Dentro del tema del movimiento del sol es importante destacar cómo funcionan los patios.

En el lugar en donde se perfora el techo, allí penetra la luz. Y como el sol se mueve permanentemente, las zonas de luz y sombra dentro y alrededor del patio cambian también, sin cesar.

Cuando el sol se inclina en forma pronunciada (temprano en la mañana o después de las cuatro de la tarde) las zonas aledañas a los patios se llenan de luz. Esta penetra cinco, seis, siete o más metros de acuerdo a la hora y a la altura de las aberturas.

Todo esto sucede –siempre- en espacios de circulación. y aquí reside una gran lección, que Villanueva recoge de nuestra arquitectura tradicional. Si estas luces profundas se empleasen en espacios de permanencia, lo que aquí es virtud se transformaría en penuria.

Eso es lo que sucede en la sala de mi casa. En el mes de marzo no hay sobremesa de almuerzo aceptable, porque la luz entra violentamente, encegueciendo y acalorando a mis invitados.

En conclusión, los patios permiten el paso del aire y la luz y alrededor de ellos se genera un espectáculo de luz cambiante que reúne utilidad y belleza.

En el punto anterior advertimos acerca de las infinitas posibilidades del diseño de las aberturas.

Una de las que emplea Villanueva es el bloque calado ¡Atención. Solo en espacios de circulación!

Es un elemento que junto a otros permite realizar un cerramiento vertical, estableciendo un límite físico. Cierra el espacio, lo limita. Pero al mismo tiempo sus pequeñas perforaciones permiten el paso de aire y luz.

Se llega entonces a esa hermosa paradoja que es la pared de bloque calado. Es lo primero porque se hace en forma similar a una pared convencional y porque cierra toda la superficie vertical. Simultáneamente no lo es, porque es perforada.

 Cabe pensar un momento en las diferencias entre este sistema de aberturas y el óculo del Panteón.

Ya antes dijimos que en el Panteón lo singular hace el todo: el óculo es la única abertura de luz. En cambio, los bloques calados son muchos y pequeños.El óculo es un solista, un Pavarotti de la luz. Las superficies de bloques calados, como las emplea Villanueva en la Ciudad Universitaria, son un grandioso coro de voces de luz. 

 Sin embargo se asemejan en algo. Son pura abertura, no poseen mecanismo de control de paso de aire o luz. Si algún día llueve venteado, los corredores se inundan. 

Villanueva una vez lo dijo: prefería unos pocos días al año con pisos mojados ante una gran mayoría de otros frescos, iluminados y ventilados.

Hasta aquí las razones funcionales. Pero hay belleza también.

Hay un espacio de la Ciudad Universitaria en donde el efecto de sombras y luces adquiere carácter de fantasía. Es el corredor que prolonga la plaza cubierta hacia el sur. Aquí, la fachada perforada está orientada al oeste franco.

 El efecto requiere de ciertas condiciones de hora, es un espectáculo efímero. Ocurre ya avanzada la tarde. Y se aprecia mejor en ocasión del solsticio de invierno, el día en que el sol se inclina más hacia el sur.

Y hoy, 21 de diciembre de 2016, podremos asistir a ver este hermoso lugar.

Es aquí en donde se encuentra la mejor respuesta de la arquitectura venezolana a la fatídica fachada oeste.

En ocasión del solsticio de invierno, el día más oscuro del año en el hemisferio norte, Villanueva ha hecho tal proeza.

¡Dime tú si no es un genio!



 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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