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Mostrando entradas de noviembre, 2020

Ciencia (en dos acepciones) y arquitectura. Una vez más.

  Cuando comento que mi tesis doctoral trata de precisar si la arquitectura es ciencia o arte me suelen preguntar inmediatamente: ¿Qué descubriste? ¿Es arte o es ciencia? Yo suelo quedar sin palabras y siento como si me preguntasen: ¿Es blanca o es negra? Como el lector supone, la respuesta es más compleja. Y entonces propongo que la pregunta se reoriente: ¿Qué clase de ciencia es la arquitectura o qué clase de arte es?  En dos de los autores tratados en mi tesis –Mario Bunge y Robin George Collingwood- encuentro que hay dos formas distintas para determinar lo específico del ser ciencia. La orientación de cada uno de estos filósofos ya permite vislumbrar sus respuestas. Bunge se ocupa fundamentalmente de las ciencias naturales y de las ciencias formales. Poco o nada trata de las ciencias humanas. Se puede decir incluso que las categorías de lo humano y de lo subjetivo las trata con distancia. Collingwood es distinto pues se interesó tanto el problema del arte así como en la historia;

Arquitectura ante estética

Al tratar los asuntos del arte, John Hospers distingue dos funciones de los objetos artísticos: función práctica y función estética (Beardsley y Hospers, 1990. 115). La segunda es la que atañe e identifica al arte. Automóviles, vasos, cestas, floreros son objetos útiles que podemos observar estéticamente, aunque estén determinados por esa primera función práctica. En este esquema excluyente, el lugar de la arquitectura no es claro. Puede ser considerada objeto útil u objeto estético. En ella la función práctica es ineludible. Pero es igualmente expresiva. La estética ha obrado, en ocasiones, utilizando un esquema que distingue y separa artes útiles de bellas artes. Pero la arquitectura es rebelde a este esquema. Cuando tratamos el tema construcción-arquitectura advertimos que la física es ineludible si queremos que los edificios permanezcan en pie. Ese esfuerzo es concreto. Lo vemos y reconocemos, pero también nos transmite impresiones. Así, al arquitecto le ha dado no solo por con

Irrelevancia del método en arquitectura

  La ciencia obedece a ciertos métodos y formas de trabajo. Así, una investigación con resultados negativos, no deja de ser científica aunque no compruebe positivamente la hipótesis inicial. Al contrario, una investigación así aporta un conocimiento que se incorpora a la ciencia. Al contrario, el proyecto apunta a su resultado e implicación como arquitectura, y eso, y solo eso, será lo que lo valide.  En ciencia, es importante tanto el método como la teoría. Ambos son referencias para ulteriores trabajos. Puede ser que en arquitectura se puedan identificar métodos de trabajo o más específicamente, métodos de proyecto. Pero, al final, a la arquitectura no le interesa un buen método en sí mismo. En ciencia la teoría prevalece sobre la práctica. En arquitectura, la práctica prevalece sobre la teoría. Los cuatro preceptos del método científico de Descartes convienen a la teoría, pero no a la práctica. Descartes propone dividir los problemas complejos en pequeñas partes que podemos exam