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Contribución de la arquitectura al ámbito general de las ciencias (y de las pseudo-ciencias)

 Con esta publicación continúo reproduciendo, editando y actualizando las conclusiones de mi tesis doctoral (2013). En la investigación, el final se organizaba con títulos y apartados separados. Así los presento aquí. Los edito para adecuarlos al formato de publicación del blog y los actualizo también, en la medida que algunas ideas de entonces requieren hoy una explicación distinta o alguna aclaratoria. Aquí va la primera.

La arquitectura es materia doble: es práctica y teórica. Lo explico a través de dos actividades diferenciadas: proyecto y estudio. De arquitectura, se sobreentiende. La primera actividad es práctica y la segunda teórica. Hasta aquí el asunto puede parecer banal, más no lo es. A continuación hay que agregar algo en cuanto a la doble cara teórica y práctica de la arquitectura. Son en buena medida independientes, y no guardan entre ellas relaciones de causa y efecto. 

Lo anterior hace de la arquitectura una ciencia muy particular. Lo que afirmo en el párrafo anterior no es válido en el grueso de las ciencias (léase física o biología). El vínculo entre teoría y práctica es un mandato de muchas ciencias. En arquitectura esto no es así. Y no nos alarmemos: esto no la hace ni mejor ni peor que otras ciencias. Solo la hace diferente.

 Veamos otras contribuciones de la arquitectura como ciencia.

1- En arquitectura no se puede considerar a la técnica y a la tecnología como medios y fines independientes. Las decisiones en estos campos comprometen la ética y la estética. La arquitectura, que siempre altera el medio en el que se realiza, lo puede hacer abonando características de seguridad, sostenibilidad, utilidad y belleza (o al contrario puede ser desastrosa). Así, la arquitectura demuestra que el todo es más importante que la suma de las partes.  En el ámbito de la medicina, el anestesiólogo trabaja con relativa independencia al cirujano. Ambos tienen tareas bien diferenciadas, y buena parte de su éxito se debe a la autonomía de ambos. En arquitectura, la estructura no puede concebirse separada de la forma. Ingeniero y arquitecto trabajan para un único fin: la obra. Esta es total e inseparable. No vale un hallazgo estructural en un edificio mal logrado. O todo o nada.

2- La arquitectura puede ocupar un lugar privilegiado en la jerarquía de las ciencias. Paul Feyerabend propone una fusión entre arte y ciencia. Ha sido frecuente en arte encontrar apoyo en las leyes de la naturaleza (belleza clásica, armonía musical, Goethe). Desde la ciencia se producen auténticas creaciones, como nos enseñan Filippo Brunelleschi y Eugene Viollet-Le-Duc. El primero concibe el espacio arquitectónico y pictórico de acuerdo a las leyes de la perspectiva, mientras que el segundo entiende la arquitectura gótica como un sistema puramente racional. ¡No es casualidad que sean dos arquitectos! Así, la arquitectura  cumple con el importantísimo papel de enseñarnos la comunión que puede existir entre arte y ciencia.

 3- En la idea de arte como naturaleza y naturaleza como artefacto existe una característica presente en ambas manifestaciones: la arquitectónica. En su observación de la naturaleza el ser humano descubre relaciones y constancias, un todo organizado. Esa misma estructura debe preñar a las ciencias. Mario Bunge nos habla de ciencia como edificio y Ernst Cassirer nos habla de la estructura arquitectónica del arte. Aquí, la arquitectura no es solo modelo de las ciencias. Más allá, es modelo de nuestro vínculo con la naturaleza.

 4- Joao Rodolfo Stroeter destaca esta distinción: disciplina y objeto de estudio. La geología es disciplina o ciencia. La tierra y sus edades constituyen objeto de estudio. En arte hay unas disciplinas que estudian su realidad: la crítica, la historia y la teoría. Los problemas de estas tres disciplinas son problemas teóricos y son problemas de ciencias en la medida que su razón de ser es el conocimiento. Estas tres disciplinas estudian un objeto de estudio: la arquitectura.

La distinción es útil ya que ayuda a reconocer el carácter teórico y disciplinar de crítica, historia y teoría. Pero se debe agregar algo en cuanto a la arquitectura. Stroeter infiere que arte y arquitectura no son disciplinas sino objeto de estudio.

 Se puede entender que para un estudio histórico el gótico puede entenderse como objeto de estudio. Pero la arquitectura gótica no está determinada tal cual lo está la naturaleza. La arquitectura gótica es producto del pensamiento de los creadores que la realizaron. No es un objeto de estudio pasivamente determinado sino activamente concebido.

Podemos entender entonces a conveniencia un doble carácter de la arquitectura (común al resto de las artes): puede ser el objeto de estudio de disciplinas teórico-científicas que la estudian. Pero es también una creación intelectual, que contiene aspectos materiales y naturales (ladrillos, concreto, fuerza de gravedad) pero que están allí no como naturaleza inerte sino como una segunda naturaleza creada por el ser humano. Por lo tanto, no es ni objeto no objetiva.

Esto revela una compleja y rica realidad de la arquitectura como ciencia y como arte.

5- Algunos han querido eliminar una parte fundamental del mecanismo descrito en el punto anterior. Han pretendido sostener que la arquitectura es naturaleza inerte, determinada objetivamente. Han pretendido hacerla ciencia. Pero, en realidad, solo la han convertido en expresión de pseudociencia. Proclaman una ciencia en donde ya no cabe el trabajo individual del arquitecto o formulan su disolución en la ingeniería o en la construcción (Hannes Meyer, metodólogos y promulgadores de investigación proyectual).

Agrego un comentario final en el espíritu de Robin George Collingwood (1889-1943), uno de los filósofos que más me ayudó a perfilar mis propias ideas acerca de la arquitectura. Si el lector no está de acuerdo conmigo, aclaro que no estoy interesado de ninguna manera en emprender una discusión o defensa de mis ideas. Allí están y proceden de las reflexiones que he hecho pacientemente a lo largo de los últimos años. A aquel investigador que no esté de acuerdo conmigo le sugiero que emprenda su propia indagación acerca de la arquitectura como ciencia y que intente exponer ideas que sean mejores a las mías.

Referencias bibliográficas

-Bunge, Mario. 1996. La ciencia, su método y su filosofía. Bogotá, Global Ediciones Panamericana Editorial.

-Cassirer, Ernst. 1967. Antropología filosófica. México DF, Fondo de Cultura Económica.

-Collingwood, R. G. 1984. Idea de la historia. México DF, Fondo de Cultura Económica.

-Collingwood, R. G. 1974. Auto-biografía. México DF, Fondo De Cultura Económica.

-Feyerabend, Paul. 2001. La conquista de la abundancia. Barcelona, Paidós.

-Feyerabend, Paul. 2003. Provocaciones filosóficas. Madrid, Editorial Biblioteca Nueva.

Stroeter, Joao Rodolfo. 2005. Arquitectura y forma. México DF, Editorial Trillas.

Este texto es un extracto levemente modificado de mi tesis doctoral: “Ciencia, arte y arquitectura en tiempos modernos”. Caracas, UCV-FAU, 2013.

 

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