El trabajo (mi tesis doctoral de 2013) también nos ha permitido reconocer algunas características que son propias al arte. Estos rasgos la identifican y nos permiten reconocer su distancia respecto a la ciencia.
Algunas de estas cualidades se pueden identificar tanto en la arquitectura como en el resto de las artes.
1- Arte y arquitectura no son solo hacer, son también manifestaciones que nos proponen y eventualmente obligan a aprehender el mundo de nuevas maneras. Esto ha sucedido con los paisajes de Claude Lorraine, lugares ignorados y luego valorados gracias a la experiencia de la obra pictórica. En la arquitectura, la vivienda y la forma de vivir se han transformado a partir de los aportes arquitectónicos realizados por arquitectos de la primera mitad del siglo XX.
2- A diferencia de la ciencia que requiere atención a cualquier manifestación o hecho, el arte es selectivo. No le viene bien la clasificación, y sí la valoración. Según Gombrich, existe una ciencia del pasado que es la arqueología. Analiza y estudia toda manifestación. En cambio, la historia del arte valora a Cristopher Wren y a Miguel Angel de una forma especial.
3- De lo anterior derivamos a la siguiente conclusión. En ciencia, un teorema se explica hoy igual que hace quinientos años. Arte y arquitectura se valoran, se olvidan y vuelven a valorar. El saber de la ciencia es acumulativo, no lo es aquel del arte. Siempre la podemos apreciar de nuevas formas.
4- La ciencia se hace preguntas precisas. Las puede contestar, puede no hacerlo y puede también refutar esa u otra pregunta. En todos estos casos se logra un conocimiento. Al arte y a la arquitectura las valoramos por sus logros. Estos aparecen con las obras y no las anteceden. En ciencia hay un sustrato teórico que se sustenta en las preguntas. Estas son constantes y el desarrollo de la ciencia es fruto de las diversas respuestas. En arte y arquitectura no existe este sustrato teórico previo. Su desarrollo se constata en los logros de las obras –también de las ideas- que se revisan o renuevan.
Estas diferencias no hacen mejor a la ciencia que al arte o a la arquitectura. Solo las hace diferentes. Y mi propósito es destacar estas diferencias, toda vez que frecuentemente confundimos los propósitos de cada una de ellas.
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