Fernando Savater escribe:
La enseñanza se apoya más en el contagio y en la seducción que en lecciones objetivamente estructuradas.
(Savater, 1997: 56).
Estas palabras no son recientes, pero llaman mucho la atención en el contexto de la educación a distancia y la pandemia y aislamiento que vivimos en 2020.
Lo primero que sobresale es la idea de la enseñanza como contagio. Entre unos y otros. Entre familiares y niños, entre maestros y alumnos, entre compañeros.
Y lamentablemente en este tiempo hacemos todo lo posible por evitar cualquier contagio.
Hace falta contagio y también seducción, dos hechos que se producen en la cercanía y que no se manifiestan del todo en un chat por zoom o meet.
La educación es una de las instituciones culturales más importantes de la sociedad. Y cuando digo sociedad digo intercambio cercano entre dos o más personas.
Por supuesto que internet nos ofrece oportunidades de nuevas conexiones. Pero lo esencial de la educación, esa relación de contagio y seducción, parece requerir nuestra presencia.
Me ha alarmado leer en las redes sociales la idea de que una clase puede ser una grabación.
La educación se da en la atmósfera del contagio, de la pasión entre seres humanos.
Evidentemente esto que escribo no es objetivo.
Pero creo que se puede entender recordando nuestras propias experiencias en esa casa en donde nos criamos, en esas palabras dichas por algún profesor al final de la clase, en ese compañero que nos brindó algo muy importante con su ejemplo.
Concluyo: el amor se da por contagio. Y lo necesitamos. Y por supuesto, debemos evitar el covid. Este es el drama.
Savater, Fernando. 1997. El valor de educar. Santa Fe de Bogotá, Editorial Ariel.
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