Paso por este lugar casi a diario. Siempre pienso que debo retratar este muro, tocado por el sol matutino.
Confieso que seguido ralentizo la velocidad del carro y casi me detengo. Siempre encuentro un motivo apra seguir y postergar la toma de las fotos.
Hoy todo cambió. Lo retraté.
Me gustan los muros viejos, gastados.
Igualmente me atrae la superoposición de capas y materiales.
Estas fotos me conducen a un recuerdo. Lo comparto aquí. Son palabras de la célebre novela de Victor Hugo, aquella dedicada al tiempo, a la arquitectura y a las huellas que dejamos los humanos en los muros.
Pensando en la ciudad de París y en su historia, Hugo escribe:
(Victor Hugo. Nuestra Señora de
París. Madrid, EDAF, Ediciones-Distribuciones, S. A., 1980).
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