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A PROPÓSITO DE CARACAS. CIUDAD, POLÍTICA Y ARQUITECTURA



A propósito de Caracas
Ciudad, política y arquitectura











Luis Polito












Caracas, 20 de noviembre de 2016





Introducción

Política y ciudad. Temas vapuleados, muchas veces olvidados. 

Son objeto de frecuentes debates y propuestas en la academia o en iniciativas culturales.  Pero se quedan fuera de las prácticas y gestiones de las diversas escalas de gobierno, salvo algunas excepciones. 

Por otra parte, vemos y escuchamos a algunos solitarios clamar por el protagonismo urgente de estos temas. 

Mientras la ciudad languidece, el gobierno central se apertrecha de discursos y de propaganda.

Han logrado promover unas miserables edificaciones y gestiones que juegan con el adentrarse en el barrio. Es revelador que nombren la interioridad del barrio, cuando lo que se requiere es integrarlo a la ciudad. 

Las ciudades venezolanas –todas sin excepción- claman por enérgicas obras de arquitectura y por planes concretos y efectivos en lo urbano. 

Sin embargo, esta urgencia de realización debe sustentarse en ideas. En estupendas ideas.

Propuestas y reflexiones en torno a las relaciones entre ciudad, política y arquitectura constituyen una buena forma de comenzar. 
 
Vamos a ello.  


I-¿Por qué la ciudad?

¿Cómo son las ciudades venezolanas? ¿Qué ofrecen? ¿De dónde provienen sus formas?
Son preguntas necesarias. Las hacemos porque para nadie es un secreto que nuestras ciudades no nos satisfacen. Necesitamos mejorarlas y para eso es imperativo que meditemos acerca de ellas. 

La ciudad es invento antiguo. Proviene de una era dominada por lo estático. Este último aspecto se expresa en forma positiva cuando se piensa en durabilidad, en permanencia de tradiciones y referencias. Se vuelve negativo cuando se piensa en el poder y privilegio de unos pocos sustentado en la opresión de muchos. 

Al llegar a la modernidad, la ciudad se vuelve problema y por lo tanto confunde. Para desentrañar este hilo conviene que repasemos qué es la ciudad en su origen. 
I.1-El gran invento
 
La ciudad es una estupenda invención, aunque no sea necesaria. Se puede vivir en campamentos y se puede vivir en el campo. Pero la ciudad ofrece algo que a muchos seres humanos nos fascina: nos permite estar juntos. 

El invento está bien logrado porque la ciudad nos permite también apartarnos en soledad, en un permanente ir y venir.  

Las ciudades venezolanas revelan sus orígenes. Nuestra arquitectura colonial tiene raíces árabes y españolas y la ciudad tiene origen latino y griego.[1]
 
¿Y dónde está ese origen greco-latino de la ciudad venezolana?

Veamos. 

El gran invento griego dentro de la ciudad es el ágora; el sitio de encuentro por excelencia. Aquel en donde los ciudadanos descubrieron a un Sócrates conversando entre amigos y curiosos. De estas conversaciones callejeras surge –nada más y nada menos- la filosofía.
Desde allí, toda ciudad de occidente y sobre todo cada ciudad de cultura greco-latina tiene una o más plazas.  
El invento romano es direccional. La plaza es meta y origen. Desde ella parten –perpendiculares- cuatro avenidas que permiten que la ciudad crezca organizada y se enriquezca con nuevos contactos. 

En casi todas nuestras ciudades –pequeñas o grandes- existe la plaza, ese núcleo civil. Es el lugar en donde la ciudad se manifiesta. Es su cara más visible. Es corazón latiente. Y desde aquí, en las cuatro direcciones, se extienden las calles. 

La plaza proviene de un impulso creador que reconoce que es necesario hacer pausa y dejar vacío entre casas. 

Para hablar de ciudad y de política (términos enlazados inevitablemente) conviene recordar el origen de este gran invento, justamente llamado cosa humana por excelencia

Este gran invento requiere de un respaldo en lo económico y en lo social. No hemos hablado de ello y nos hemos concentrado en destacar la ciudad como hecho cultural. 

I.2-Comunicación y privacidad
 
Ya lo dijimos. La ciudad reúne y nos mantiene unidos. Es concentración y compromiso. 

Sus grandes virtudes –reunión y concentración- no nos convienen siempre. A veces necesitamos de la soledad y del aislamiento. 

La ciudad la conocemos. No es solo ágora y calles. La ciudad es trabajo, es artesanía, industria y comercio. Es febril actividad y en ella se asientan otros inventos humanos que la enriquecen: universidades, teatros, escuelas, bibliotecas, lugares de juego y de ocio. 

Todo es bullicio en la ciudad. Pero también la ciudad requiere de los lugares para el descanso, para el aislamiento. 

Así, toda ciudad es un compromiso entre movilidad y privacidad. Una buena ciudad nos permite movimientos eficaces, en tiempos relativamente cortos empleando diversos medios de transporte (desde nuestra autopropulsión gracias a nuestras piernas hasta los trenes de velocidad). Pero también una buena ciudad es aquella que nos ofrece patios y rincones para la meditación y el aislamiento. 

Y esto implica compromisos.

Una expresión en inglés dice not in my back yard (no en mi patio trasero). Creo aplica más a la cultura de Estados unidos que a la de Inglaterra. Y en Venezuela tiene sus seguidores. Queremos tener todos los servicios y actividades públicas bien cerca pero no tanto como que están a pocas cuadras de nuestras casas. Nos resistimos con auténtico fervor a que en los alrededores de donde vivimos exista un colegio, un cine, o un centro cultural. En la Urbanización La Trinidad se encuentra una valla que condena la existencia de los llamados Galpones de La Trinidad porque a ese sitio llegan personas de otras partes de la ciudad. La valla condena la realización de inauguraciones. 

Vamos a decirlo de una vez: si no superamos esta forma de pensar la ciudad, nunca tendremos una medianamente aceptable. 

La ciudad requiere de concentración y de diversidad de actividades. Estas se agolpan y se multiplican. Son diurnas y nocturnas, más o menos legales. 

Para ser ciudad debemos reconocer su identidad y convivir creativamente con ella. Milenios de experiencia demuestran que esto es posible. 

He aquí un reto de la ciudad y de su política: garantizar una efectiva movilidad, sin que los medios para lograr este fin rompan la paz necesaria para la creación de los lugares para ejercer el aislamiento y la soledad. Todo esto con una condición: esto debe lograrse en espacios compactos. La solución de la lejanía es la solución del campo. Pero el campo no es ciudad. 

En definitiva: requerimos ciudades que permitan movilidad y aislamiento con un bien grado de compacidad. 
 
I.3-Cabeza y corazón
 
Todos odiamos nuestras ciudades. Así como odiamos a nuestros seres más cercanos. Hasta que se van o mueren y entonces nos damos cuenta de cuanto los amamos.

La familia se sostiene así, pero no la ciudad. En el caso venezolano en particular es momento de que reconozcamos nuestros anhelos y las cosas que queremos. Y es momento de que comencemos a actuar con la cabeza y con el corazón. 

En un momento tan crítico como el que vive Venezuela, reivindicar el talento intelectual y la actuación desinteresada y amorosa puede ser considerado como manifestación de la más ramplona ingenuidad.
Al contrario, dada la gravedad de la crisis, creo es necesario que la ciudad y la política comiencen a orientarse en dar clases de urbanidad a los motorizados, lecciones de ética a los profesores de bachillerato y cursos de ampliación de horizontes a los docentes de nuestras universidades. 

No veo cómo podemos abordar las relaciones entre política y ciudad si no es con un altísimo desempeño de inteligencia y de amor.

Voy a atreverme a colocar algunos nombres. Son ejemplos de desempeños humanos que muestran ejercicio de talento en los oficios respectivos y son expresión de valores morales y políticos.

En el campo de la política y de la opinión podemos recordar a Teodoro Petkoff[2]. Citemos también a una gran poeta nuestro -Rafael Cadenas- quien nos ofrece importantes reflexiones acerca de nuestro empobrecimiento cultural expresado en la crisis del lenguaje[3]. Y podemos recordar a Carlos Raúl Villanueva, ese venezolano educado y crecido en Francia. Siempre conservó su acento extranjero aunque hizo la arquitectura más bellamente enraizada en nuestro país. 

He recordado a estos venezolanos por una razón fundamental. Como parte de nuestra cultura tenemos nuestras tendencias y nuestros vicios. Somos igualados y no creemos en el talento de otros. De los que hacen ciudad y política siempre hablamos mal y como en buena medida acertamos, quedamos colocados en la zona de confort. Criticamos y nos quedamos con nuestra conciencia tranquila. 

Creo es hora de otra cosa. 

A los dos fascinantes temas que nos reúnen –ciudad y política- les debemos agregar dos ingredientes: cabeza y corazón. Es hora de llamar a aquellos que han ya demostrado los tienen.

Es momento de entender y reconocer esa tradición que es la ciudad, esa hermosa y potente realidad que hoy más que nunca se ha vuelto ineludible. Somos seres urbanos, en permanente contacto con otros. Ese contacto no debe ser estorbo e irrespeto, sino compañía y aprendizaje. La ciudad nos impone su forma, pero el beneficio que nos da es mucho mayor. 

La ciudad parece tener una culpa de origen. De eso se ha hablado bastante. Y la modernidad ha sido expresión de terribles males pero también de un notorio crecimiento de la ciudad como forma de vida. 

No demos lugar a utopías regresivas. En ningún lugar está escrito que la ciudad está reñida con la conservación de la vida del planeta entero. Debemos saber jugar el juego que inventamos hace miles de años. No podemos renunciar. 

II-Política y políticas

Hay oficios que parecen cargar consigo una deformación. En la televisión nos presentan a algunas personas como conferencistas. Parece que son personas que han aprendido a dar conferencias. No se sabe de qué. Con los políticos sucede lo mismo. Hay personas que son políticos, que ejercen la profesión de la política, así como los médicos ejercen la medicina. 

Dejemos tranquilos a conferencistas y políticos de profesión. Pero reconozcamos que la política es ineludible. Que tarde o temprano nos tocará. Eso, en la Venezuela de estos tiempos, no es un secreto para nadie. 

Así, toca quizás sacar a la política del trasto de la ropa sucia para colocarla en un lugar en donde la entendamos como instrumento de gestión de la ciudad. 

Debemos asumirla como necesidad, como materia indispensable, como actividad que no debemos dejar en manos de los políticos de oficio. 

II.1-El marco necesario
 
He aquí una primera propuesta: en la relación entre ciudad y política conviene eliminar el versus para dar paso a dos fases indispensables: la del pensar esas actividades para luego dar paso a acciones concretas –a obras y gestiones- que traduzcan la voluntad humanística en ambientes que favorezcan la vida en ciudad. 

La política es el marco de acuerdo colectivo para vivir en ese espacio compacto y organizado que es la ciudad. No importa cual viene antes y cual después. Lo que es fundamental es que se enlacen en un todo orgánico. 

Y toca decirlo aquí. Dejemos el lastre de la fantasía de vida bucólica campestre. Ya es tarde para ello. 

II.2-Políticas. En teoría y en práctica

La política en la modernidad toca todos los problemas. Es asunto de discusión y de planeamiento. En las investigaciones acerca de las políticas de las ciudades, en el siglo XIX y en buena parte del XX, los intelectuales quedan capturados por la ideología marxista. Piensan en estos términos: resueltas las desigualdades estructurales las ciudades serán mejores. 

Este enfoque genera muchos libros e investigaciones, pero deja todo igual. En el caso de los países que se redefinieron comunistas la ciudad no alcanzó el estado de bienestar prometido. 

En los años 70, un presidente francés –George Pompidou- se anota un éxito: el museo que lleva su nombre se convierte en un emblema de los  nuevos tiempos. Luego, en los 90, en ocasión de los juegos olímpicos de Barcelona, nos encontramos con una ocasión que es aprovechada no solo para realizar grandes obras, sino para transformar la ciudad, abriéndola al mar al cual le daba la espalda. 

Estos antecedentes han cambiado –en algunas importantes ciudades europeas pero también en otras de este continente como Boston y Bogotá-  la aproximación a la gestión política en la ciudad; dando paso a planes y obras concretas. 

Han aparecido nuevos temas en el dominio de la política: sustentabilidad, espacio público, lugares para el peatón y paulatino declinar de los espacios dedicados al automóvil. Así, el transporte en la ciudad se entiende ahora como un hecho colectivo y no como una misión individual a bordo de un carro. 

En los últimos años, se ha comenzado a zurcir la ciudad a partir de acciones concretas. Es la orientación que hoy domina, en muchas ciudades. Cada vez aparecen más instituciones públicas, cada vez se ganan espacios para el peatón y para nuevos medios de desplazamiento (la bicicleta).  

Pero en Venezuela nos hemos quedado atrás. 

En la política no aparece el tema de la ciudad y menos el de los proyectos transformadores. A comienzos de este milenio, el entonces presidente de Venezuela ofreció eliminar el aeropuerto de La Carlota, eliminando el privilegio de unos pocos que sobrevolaban el cielo caraqueño con sus aviones. Ofreció un parque, obra a la cual nadie ha objetado. Más de una década después, aun esperamos por el parque, mientras una minoría sigue sobrevolando el cielo caraqueño. 

La verborrea ideologizante, ya superada y olvidada en buena parte del mundo, impera en Venezuela. Mientras tanto, nuestras ciudades desmejoran día a día.[4]

Es hora de comenzar a abandonar los discursos para dar paso a la ejecución de planes y proyectos concretos y circunscritos que permitan, desde sus diversas escalas, adecuar las ciudades a nuevas exigencias democráticas. 

III-De arquitectura

La arquitectura moderna tiene raíz democrática. Es cierto que a comienzos del siglo XX eso no ocurrió, en buena medida por las imposiciones y tergiversaciones ideológicas de muchos arquitectos modernos. 

Pero el tiempo ha jugado a favor. Una valiosa arquitectura es aquella que se convierte en la concreción de planes políticos para la ciudad. 

Claro, siempre hay intereses que se oponen. Mencionemos algunos: los de la explotación del suelo y de los metrajes, los de aquellos políticos que odian la ciudad y finalmente aquellos provenientes del ejercicio de prejuicios en torno a la ciudad (not in my back yard).
Dejemos lo anterior de lado y vayamos a otra cosa, aunque peque por ingenuo. Toca decir también que puede significar la arquitectura y que puede llegar a ofrecer. 

Veamos.  

III.1-Otro gran invento

Hablábamos de la ciudad como invento cultural. Nos gusta estar juntos y nos gusta escucharnos mutuamente. 

La arquitectura es aquel oficio que permite que lo anterior se asiente en lugares protegidos, con condiciones de estabilidad y comodidad. 

Pero la arquitectura brinda algo más y nuevamente hay que recordar a los antiguos griegos
Las instituciones de la ciudad –ágora, templo, teatros, casas- son todas necesarias y valiosas. Se transforman en edificios y en espacios, unos internos, otros externos, unos cubiertos, otros al aire libre. 

Además, la arquitectura debe ser bella. Legado antiguo. 

Y así sumamos: gozamos de las instituciones democráticas en marcos construidos que vale la pena ver. 

Es cierto que este último valor es escaso y difícil de lograr, pero no debemos olvidarlo.
III.2-De silencios que dicen cosas

Voy a comentar brevemente dos obras: una más ambiciosa y de mayor escala –la llamada misión vivienda- obra del gobierno central y la plaza de Los Palos Grandes, pequeña obra realizada por una alcaldía gobernada por la oposición. 

Son muy distintas, pero en su gestión guardan algo en común. 

De la primera de ella solo se habla en términos de cantidades. Nunca nos dicen porque hacen los edificios como los hacen. Ni siquiera conocemos los arquitectos. Y solo sabemos que obedecen a adjudicación de contratos: a iraníes, a chinos, a rusos y a venezolanos. 

Ni siquiera a modo de propaganda el gobierno central contrata estudios de contenido sociológico y psicológico que permitan recrear y difundir las políticas de la misión. 

Esta ambiciosa gestión se hace en el contexto del más absoluto silencio. Es una auténtica caja negra. De lo que nos enteramos es de lo que vemos. 

Veamos ahora el caso de la plaza. Es una de las obras más logradas de la Caracas contemporánea. Reúne diversos usos: estacionamiento, biblioteca, salas, la fuente en donde los niños se mojan alegremente y el recinto más importante: la propia plaza; que se utiliza en formas diversas a lo largo del día y de la noche. 

Esta obra se ha realizado en Los Palos Grandes, una de las urbanizaciones caraqueñas que no tiene ni una iglesia, ni un pequeño parque, ni una ramblita central; que permitan dar respiro a los habitantes del lugar. De modo que el lugar escogido ha sido perfecto. 

Para realizar la plaza se procedió a expropiar algunas parcelas que estaban ocupadas por quintas: dos o tres. Esto se hizo en silencio, sin amenazas y, suponemos, de común acuerdo. Se ha empleado la expropiación, un recurso de poder y de gestión para favorecer el bien común. 

Y también aquí ha existido silencio, cuando ha sido más conveniente explicar en forma reiterada lo que significa una efectiva acción de una alcaldía, desde la gestión económica hasta la realización de un proyecto arquitectónico muy bien logrado, a cargo del arquitecto Edwin Otero.

Omisiones de lado y lado. La primera obedece a la forma abusiva en que se ejerce el poder. De la segunda no entendemos porque se ha guardado silencio. La calidad de lo realizado constituye una buena forma de propaganda. 

En ambos casos silencios reveladores. En cambio, las gestiones políticas deben conocerse y discutirse en forma abierta. 
 

III.3-Y caminaremos Caracas, de Catia a Petare

Culminamos con la arquitectura y lo haremos con una propuesta. 

Antes, anotaremos algunas conclusiones. 

La primera de todas es que conviene conocer el sentido original de ciudad y de política. Esto nos permite conocerlas en su potencialidad y reformular su práctica en aras de mejores resultados. 

Debemos vencer las barreras de los hábitos. Y una forma de hacerlo es a través de la discusión y el aprendizaje. 

Vamos ahora con la propuesta. 

Hasta bien entrado el siglo XX, Caracas creció ocupando únicamente la ribera norte del Guaire. El espacio daba para ello. 

En las inmediaciones del río se construía poco o nada. Las tierras allí eran anegadizas (lo siguen siendo) y se utilizaban fundamentalmente para cultivo. Al sur, todo era monte y culebra. 

A finales del siglo XIX, bajo mandato de Guzmán Blanco, se emprendieron las primeras líneas de ferrocarril. 

Para recorrer el valle de este a oeste se escogieron esos terrenos anegadizos y planos alrededor de El Guaire para trazar las líneas del tren. 

Como sabemos, los ferrocarriles existieron y desaparecieron. 

¿Qué vino después? El auge petrolero, el impulso al automóvil y el crecimiento de la ciudad. El valle se fue ocupando por urbanizaciones, conectadas en buena medida por la llamada carretera del este, hoy Avenida Francisco de Miranda.

A tantos automóviles se le quería ofrecer una autopista. 

¿Cuál fue el trazado escogido? Al borde del Guaire, en donde antes transitaron los trenes.

El resto lo conocemos. 

Caracas ha quedado partida en dos partes incomunicadas. No es el río el que divide, más bien pudiera ser un motivo de conexión. El elemento que separa las dos mitades es la autopista, auténtico despropósito que permite que una gandola que viaja de oriente a occidente del país transite por el mismo lugar en donde una familia se mueve en un automóvil que los lleva de su casa a los lugares de trabajo y de estudio.  

Esta fractura en la ciudad debe sanarse.

Y nuestra propuesta se fundamente en una experiencia caraqueña, quizás olvidada. 

Recordemos la lamentable ejecución incompleta del Parque Vargas. Este estupendo proyecto, injustamente inconcluso, permitió un cambio significativo en la Avenida Bolívar. Con la colocación de semáforos, se logró transformar una vía expresa en una amplia avenida con semáforos que permiten el paso perpendicular a la avenida de peatones. 

Es lo que proponemos para transformar la autopista, estudiando nuevos trazados para vías expresas: en la periferia de la ciudad o bien, bajo tierra, como se ha hecho en otras ciudades. 

El gran espacio obtenido se puede emplear para incluir una avenida menos ancha que la autopista, amplias aceras y ciclovías, espacios de vegetación en el borde del río, así como algunas obras y nuevos edificios con frente a este nuevo y vital espacio ciudadano. 

Los diferentes ramales de la autopista deben transformarse en ejes que permitan el recorrido peatonal, de Catia a Petare, de Plaza Venezuela a Coche y del centro de Caracas a Caricuao. 

Entonces el Parque del Este, el nuevo Parque de La Carlota, y otros perpendiculares por los espacios de las diversas quebradas; constituirán el nuevo corazón de la ciudad. 

La limpieza del Guaire es corolario de este plan. 
Y entonces, podremos mirar la silueta de El Avila desde un café al límite de Colinas de Bello Monte y las guacamayas seguirán surcando el cielo caraqueño. 

Pero todo esto lo veremos parados en nuestros pies, no a través de vidrios. 

La ciudad completa se podrá recorrer y cruzar. Será una expresión de buena política y democracia. 

Arquitectos y estudiosos para llevar esto a cabo los hay.  

Extendamos el plan. Grandes avenidas que fracturan nuestras ciudades son moneda común. La receta curadora será la misma. 




Glosario para meditar

Acera
Ciudad y política conforman un sistema. Ves las aceras de Caracas y te percatas que es imposible caminar en ellas. Es así porque todo el sistema falla. 
Arquitectura
Ingeniería y construcción no bastan. Requerimos arquitectura. Necesitemos de escuelas y debemos construirlas. Pero no basta con que sean sólidas. Deben ser algo más.
 
Belleza
La belleza no ocupa lugar en lo que hacemos. Sin embargo, se empeña en aparecer: en El Ávila, en nuestros árboles y pájaros, en esas caderas, en el cielo, en alguna obra. 
Caracas
Digámoslo de una vez. Hay que hacerla.  
Ciudad
Olvidada por los políticos.
 
Futuro
 En contrastes. Seguimos por donde vamos y todo será peor. Cambiamos de rumbo y comenzarán a florecer obras y árboles. 
Gestiones
Civilizar, educar, enamorar. 
Historia
Una lección, en lo bueno y en lo malo. 
Juego
Que política y ciudad sean también el ámbito del juego. Música y teatro en la calle, charlas profundas y ligeras. Más Nedo, mas Gego, más Villanueva. 
Movimientos
Necesitamos movimientos ligeros.
Política
Inevitable. No es indigna. El instrumento necesario. 
Presente
Deplorable, asfixiante. Solo nos salva el futuro. 
Universidad
Necesitamos una universidad universal. 
Venezuela
Todavía puede ser. 
Vida
Como dice Cadenas: el hecho fundamental. Toca honrar la vida en ciudad. Con sus aliadas: política y arquitectura. 

Bibliografía
CADENAS, Rafael (2007). Realidad y literatura. Caracas, Editorial Equinoccio-USB. 
CADENAS, Rafael (2009). En torno al lenguaje. Caracas, Otero Ediciones. 
MOLLER, Carlos Manuel (1962). Páginas coloniales. Caracas, Asociación de Amigos del Arte Colonial.
PAZ, Octavio (1983). Tiempo nublado. Barcelona, Seix Barral. 
RAMA, Edi (2016). “Recupere su ciudad con pintura”. Recuperado el 20-XI-2016.



[1] Este doble y complementario origen lo destaca Carlos Manuel Moller. (Moller, 1962: 52).  
[2] Teodoro Petkoff y su partido el Movimiento al Socialismo -MAS- han sido objeto de elogio en la década de los setenta del siglo XX por parte de Octavio Paz, como políticos que fueron capaces de desprenderse críticamente de la ortodoxia soviética, cosa que en ese momento parecía una acto de traición y cobardía. (Paz, 1983). 
[3] Citaré aquí dos libros de Cadenas que deben ser leídos por todos los educadores venezolanos, por la agudeza de su contenido y por el respeto al lenguaje, ese cuerpo que nos manifiesta como seres humanos: Realidad y literatura (2007) y En torno al lenguaje (2009).  

[4] Mientras en Venezuela el discurso oficial se concentra en las “bondades” del socialismo y simultáneamente abandona la ciudad y el dominio de lo público, es interesante comparar esta forma de política con la que emprendió Edi Rama, alcalde de la ciudad de Tirana en Albania. Rama es socialista y emprendió una exitosa y popular gestión en esa ciudad. Hemos sabido de su gestión a través de una conferencia Ted. En ella, se autodenomina socialista. Y la única mención que hace a este tópico es para criticar las políticas socialistas en las ciudades soviéticas. Lo que domina en su discurso y en su gestión son las acciones concretas que emprendió para mejorar la ciudad. Una importante reflexión de Rama es que una ciudad bella es siempre una ciudad más segura. (Rama, 2016).

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