El
texto que sigue a continuación es un extracto de mi tesis doctoral “Ciencia,
arte y arquitectura en tiempos modernos” (UCV-FAU-2013). Considero que lo que
sigue es esclarecedor en cuanto a la distinción entre las artes y las ciencias. Y lo debemos
a Inmanuel Kant.
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Uno
de los puntos que desarrolla Immanuel Kant (1724-1804) en su Crítica del juicio se titula “Del arte
en general”. Leamos algunas de las propuestas:
Arte se distingue de naturaleza, como hacer
(facere) de obrar o producir en general (agere)…
Arte, como habilidad del hombre, distínguese también de ciencia (poder de saber), como facultad práctica de
facultad teórica, como técnica de teoría (como la agrimensura de la geometría).
(Kant, 2007: 245).
Creemos importante recordar aquí la propuesta más
general de Kant contenida en sus tres obras dedicadas a la crítica: una de
ellas está dedicada a la razón pura, otra a los asuntos de la moral y la que
comentamos al mundo del arte y la estética.
Kant plantea que la esfera del arte constituye un mundo
propio y que toca a facultades humanas distintas de las que se emplean en la
ciencia. Para explicar los saberes, pero sobre todo
las formas de actuación y trabajo del artista y del científico nos dice lo
siguiente:
Cuando,
a pesar de conocer algo lo más completamente posible, no por eso se tiene en
seguida la habilidad de hacerlo, entonces, y en tanto que ello es así,
pertenece eso al arte. Camper describe
muy exactamente cómo se debe hacer el mejor zapato; pero seguramente no podía
hacer uno solo. (Kant,
2007: 246).
Luego,
en una nota a pie de página nos
encontramos con esta esclarecedora propuesta:
En
mi región dice el hombre vulgar, cuando se le propone un problema, algo así
como el del huevo de Colón: Eso no es
un arte, es sólo una ciencia. Quiere decir que, cuando se sabe, se puede, y eso mismo dice de todas las pretendidas artes del
prestidigitador. Las del bailarín en la cuerda, en cambio, no dudará nunca en llamarlas
artes. (Idem).
Una
vez que el mago nos explica su magia, esta pierde su encanto, y nosotros mismos
seremos capaces de reproducir el acto. Este es el proceder de la ciencia. De
otra forma, aunque el equilibrista nos explique su técnica y nos alerte sobre
los cuidados que debemos tener en la práctica del caminar sobre la cuerda, no
tendremos dominio de esa actividad sino con la práctica.
Existen
numerosas propuestas y fórmulas que intentan describir y analizar el desempeño
del trabajo y el de la enseñanza del proyecto de arquitectura.
Pero
Kant, hace ya bastante tiempo, dio en el clavo.
El
arquitecto sí necesita de un saber, pero es un saber que no es el del mago, que
se transmite como conocimiento a utilizarse directamente. El tipo de
conocimiento del arquitecto se parece más al del equilibrista. No se transmite
y aplica, requiere de práctica y de arte. He aquí una importante conclusión.
-KANT, Inmanuel (2007). Crítica del juicio. Madrid, Editorial Espasa Calpe sa.
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