La ciencia obedece a ciertos métodos y formas de trabajo. Así, una investigación con resultados negativos, no deja de ser científica aunque no compruebe positivamente la hipótesis inicial. Al contrario, una investigación así aporta un conocimiento que se incorpora a la ciencia. Al contrario, el proyecto apunta a su resultado e implicación como arquitectura, y eso, y solo eso, será lo que lo valide.
En ciencia, es importante tanto el método como la teoría. Ambos son referencias para ulteriores trabajos. Puede ser que en arquitectura se puedan identificar métodos de trabajo o más específicamente, métodos de proyecto. Pero, al final, a la arquitectura no le interesa un buen método en sí mismo. En ciencia la teoría prevalece sobre la práctica. En arquitectura, la práctica prevalece sobre la teoría.
Los cuatro preceptos del método científico de Descartes convienen a la teoría, pero no a la práctica. Descartes propone dividir los problemas complejos en pequeñas partes que podemos examinar detenidamente. En el proyecto, el arquitecto recibe un listado de problemas parciales: la función, la economía, la estructura, el clima y otros tantos más. El arquitecto está obligado a reunir todos estos factores, proponiéndose trabajar en una idea sintética que sea un principio de estructura formal. El proyecto –momento práctico– es opuesto al método cartesiano.Finalmente, no quiero afirmar que en el proyecto no seamos metódicos. La racionalidad es atributo irrenunciable. Pero esa misma razón nos debe ayudar a comprender que en arquitectura el método ni tiene validez en sí mismo.
Este texto es un extracto levemente modificado de las conclusiones de mi tesis doctoral: “Ciencia, arte y arquitectura en tiempos modernos”. Caracas, UCV-FAU. 2013.
Comentarios
Publicar un comentario