Al tratar los asuntos del arte, John Hospers distingue dos funciones de los objetos artísticos: función práctica y función estética (Beardsley y Hospers, 1990. 115). La segunda es la que atañe e identifica al arte. Automóviles, vasos, cestas, floreros son objetos útiles que podemos observar estéticamente, aunque estén determinados por esa primera función práctica. En este esquema excluyente, el lugar de la arquitectura no es claro. Puede ser considerada objeto útil u objeto estético. En ella la función práctica es ineludible. Pero es igualmente expresiva.
La estética ha obrado, en ocasiones, utilizando un esquema que distingue y separa artes útiles de bellas artes. Pero la arquitectura es rebelde a este esquema. Cuando tratamos el tema construcción-arquitectura advertimos que la física es ineludible si queremos que los edificios permanezcan en pie. Ese esfuerzo es concreto. Lo vemos y reconocemos, pero también nos transmite impresiones. Así, al arquitecto le ha dado no solo por construir con firmeza, sino por construir expresando de determinada manera esa firmeza. Lo primero es útil, lo segundo es bello. Sin embargo, ambas esferas están unidas en el trabajo de proyecto. Conviene unirlas también en las lecturas estéticas y críticas de las obras.
Referencias utilizadas
-Beardsley, Monroe y Hospers, John. 1990. Estética. historia y fundamentos. Madrid, Cátedra Teorema.
Este texto es un extracto levemente modificado de mi tesis doctoral: “Ciencia, arte y arquitectura en tiempos modernos”. Caracas, UCV-FAU, 2013.
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