Seguramente lo que voy a escribir está marcado por el desenlace que todos conocemos.
Esa última vez fue allá en la Simón, entre noche y madrugada.
Fue para mí un tiempo de muchos conciertos. Allí estuvo Diego, entusiasta de Cerati, desde niño. No fuimos juntos. Como corresponde yo estaba con un pana de mi edad y el con los suyos.
A Cerati lo había escuchado con Soda en el estacionamiento del Poliedro en un maratónico concierto que incluyó a Zapato 3 y a Aterciopelados. Quedé cautivado y el concierto tuvo un momento cumbre: la hipnótica Luna Roja…
En ambos conciertos tuve muchas sensaciones; las de la música por supuesto pero también las que implicaba un público dado a estar allí sobre todo para joder y casi nada para escuchar música.
Tantas veces se han titulado ciertos conciertos como últimos. Este de la Simón fue definitivamente el último para Gustavo.
Ahora que lo pienso, creo que en Caracas no ha habido más conciertos por el estilo. Espero vuelvan algún día y espero estar allí.
La música predominante provino de Fuerza Natural que al menos para mí no es su mejor disco.
Yo estaba bastante cerca del escenario, lo que me permitía ver algunas cosas.
Varias veces Cerati le pidió al público que guardasen los celulares. Pidió por un disfrute del estar juntos en aquello, sin más. Su llamado fue al vacío, a pesar de la cercanía. Chamos y menos chamos siguieron con sus aparatitos en alto. Imagino para mandar los videítos a otros.
La otra cosa que me llamó la atención fueron un par de pausas en las que Cerati se dedicó a descansar y a compartir algunas palabras. A sus pies había un vaso transparente. El contenido era de color papelón claro. Casi no bebió de allí. Quizás unos sorbos. Lo que sí hizo con afán en esas dos pausas musicales fue fumar, con gusto y avidez. Se perfectamente de que puede tratar prender un cigarro y fumarlo por necesidad.
Y mi último recuero extra-musical del concierto sucedió en un cambio de escena, en uno que Cerati se retiró hacia al backstage para volver rápidamente, quizás con otro atuendo y con otra guitarra. Todo lo hizo con agilidad y rapidez.
Describo la escena.
Concluye una pieza y tiene su guitarra el hombro. Se voltea y corre en diagonal hacia atrás, al lado opuesto al nuestro. Mientras corría se desprendía de la guitarra y la tomaba con ambas manos. La lanzó a uno de esos tantos que uno ve cambiando piezas, moviendo cosas y atornillando platillos caídos. Cerati lanzó la guitarra con una fuerza inusitada, nada natural. Había algo allí. A mí no me pareció otra cosa sino rabia.
Algo faltaba del concierto, no mucho más. En conjunto y en lo musical salí tablas.
En mi memoria quedaron las súplicas de Cerati al público, su vaso y sus cigarros. Y, sobre todo, el lanzamiento feroz de su guitarra.
Como con otras personas que se han ido, tengo memoria de algunas vivencias compartidas.
En mi conciencia, esas personas fallecidas se siguen transformando y me van dando otras cosas.
En el caso de Cerati, su música todavía me cautiva. Mucho.
Y ahora escucho “He visto a Lucy”.
Se dice que Cerati murió el 4 de 2014.
¿Murió en cambio aquella última vez?
¿Acaso ha muerto?
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