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ÚLTIMA PROPUESTA UNIVERSAL: ARQUITECTURA COMO ARQUITECTURA (01-VI-1994. Revisado el 16-VI-2016)

Llegamos a la quinta y última propuesta. 

En días recientes, en grata conversación con los estudiantes de la profesora Melicia Planchart (FAU-UCV), leía una frase del trabajo de un alumno:

Alvaro Siza tiene una aproximación poética a la arquitectura.

Una expresión como esta pretende valorar positivamente. Construye una analogía y una metáfora. Y nos dice que la arquitectura –a veces- puede ser algo más. La arquitectura se presta a ello. En un sentido es construcción, pero también belleza, armonía e incluso poesía.

En las primeras cuatro propuestas de universalidad que hemos ya discutido, la arquitectura ha sido imitación clásica, racionalismo moderno, ciencia o arte. La arquitectura ha sido otra cosa o ha tomado prestado de otras cosas.

Regresando a la conversación, me pasó que leyendo la expresión se me ocurrió replicar:

¿Qué tal sería decir que Alvaro Siza tiene una aproximación arquitectónica a la arquitectura?

La expresión nos puede parecer divertida o paradójica, pero creo que –al menos en estos tiempos- hace falta decirla así.

De eso trata nuestra última propuesta universal: la arquitectura como arquitectura.

A partir de esta premisa se pueden derivar algunas conexiones.

Y para ello recordaremos al crí­tico, teórico e historiador noruego Christian Nor­berg-Schulz (1926-2000), pionero olvidado del acercamiento fenomenológico a la arquitectura.

En clave heideggeriana,  nos dice que la arquitectura está hecha por el hombre y para el hombre. Y así, se pueden enumerar algunas precisiones:

1-Poseemos un impulso y una necesidad de crear permanentemente. 

2-El hombre ha sido incapaz -hasta ahora- de vivir en la naturaleza tal y como está.

3-Estamos dotados, poseídos, por un impulso intelectual, de pensamiento, de especulación teórica.

Estas consideraciones generan implicaciones inmediatas:
           
1-El proyecto es una especie de motor, de impulso, de rasgo esen­cial de la arqui­tectura.
           
2-La arquitectura -y la ciudad diría Rossi- constitu­ye el ámbito natural de la vida del ser humano.

3-La arquitectura es fundamentalmente un hacer. Pero es también pensamiento, ideas y nociones de las que se parte para realizar. La propia naturaleza y la arquitectura ya hecha se convierten en estímulos para pensar.


Parafraseando a Louis Kahn: La arquitectura es ins­titución humana.

Las escuelas nacen de los deseos humanos.

Una casa es una pequeña ciudad.

Una calle se convierte en el lugar de aprendizaje para un niño.

Así,  la arquitectura acompaña nuestras vidas.

De lo anterior deriva una relación tripartita entre ser humano y ar­quitectura:


1-Se hace arquitectura. Y aparecen condiciones universales: la escala humana, la construcción, el proyecto y la obra, lo íntimo y lo público. Y aprendemos: el proyecto nos obliga a considerar determinantes encontradas, a ser sorteadas con creatividad: espacio y  escala, forma individual y forma como conjunto. 

2-Se vive la arquitectura. Y aparecen condiciones universales: lo sensorial, el hombre como centro, lo ambiental y sicológico.

3-La arquitectura se piensa y se aprende. Puntos inseparables. Y aparecen condiciones universales: las dimensiones de lo intelectual, de la crítica, la teoría y la historia.
                         
Al final hemos llegado, en nuestro último tanteo de búsqueda de lo universal, a un esquema triple que curio­samente se parece mucho a la organización y a los conte­nidos del programa general de la materia Teoría de la Arquitectura que dictamos la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Central de Venezuela.
 
Y a modo de cierre…

Las primeras cuatro propuestas de universalidad de la arquitectura (clasicismo, modernidad, ciencia y arte) no alcanzan su meta; la de ser universales.

Sin embargo, de este bagaje cultural podemos recordar algunos episodios que han dejado algunas huellas profundas. Estas huellas provienen de la tradición más íntima de la arquitectura. No recurren a analogías ni al auxilio de otras disciplinas. Estos son:



1-De la antigua Grecia queda un legado: la arqui­tectura -hecho material- es gobernada por otra cosa; por una idea. Algunos conceptos griegos como los de belleza, totalidad, orden y racionalidad perduran en el tiempo.

2-Vitruvio dijo: la arquitectura debe ser bella, firme y útil. Hasta ahora no ha aparecido ningún paradig­ma capaz de sustituir esta parca pero contundente afirmación. Las teorías, los arquitec­tos y las obras han "favorecido" a veces unos aspectos sobre otros: la Torre Eiffel haciendo prevalecer la firmeza, Durand y el funcionalismo poniendo en primer plano a la utilidad. Sin embargo, cuando la arquitectura ha sido más rica es cuando ha asumido su natural complejidad.
 
3-En la arquitectura coexisten universalidad y particularidad, tradición y ruptura. Son fuerzas que orientan nuestro trabajo y producción. La universalidad nos ofrece unos principios, unos objetivos no contradictorios, unos intentos de verdad y de posible útil aplicación. Por otra parte, la particularidad nos obliga al cuestionamiento de esos mis­mos principios, nos solicita demos respuestas a individuos y lugares determinados, únicos e irrepeti­bles.

Solo entendiendo esta compleja dualidad es que se puede entender y apreciar la gran obra de arquitectos como Erik Gunnar Asplund, Le Corbusier y Carlos Raúl Villanueva.


















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