Este texto no pretende elaborar una síntesis de la arquitectura moderna. Ya establecimos que nuestro propio collage deriva de aquel que nos proponen Fred Koetter y Colin Rowe. Digamos entonces que expondremos aquí unas notas aisladas que creemos aportan a la discusión acerca del legado moderno.
El
texto Ciudad collage se construye por
contrapuntos: zorro y erizo, tradición y modernidad. Esta última es entendida
como una ruptura tajante con el legado de la tradición. Ciudad y arquitectura
son nuevas en forma y concepción. Tradiciones urbanas, tales como calles,
avenidas y plazas, se desdibujan o desaparecen del todo.
Analicemos
un poco más de que se trata, toda vez que el arquitecto moderno (también el
científico moderno) se plantea casi cualquier problema. Sus herramientas son el
argumento y la razón. Casi nunca lo ya aprendido o lo ya conocido.
UNA NUEVA ARQUITECTURA
La
arquitectura del Siglo XX constituye la más importante transformación de la
historia de la arquitectura. El límite franco entre interior y exterior se
desdibuja y da lugar a un nuevo paradigma: Las plantas libres de Le Corbusier,
las superficies vidriadas de Mies, la integración perceptiva entre edificio y
entorno inmediato en Wright.
Para
Le Corbusier, “un edificio es como una pompa de jabón. Esta burbuja es perfecta
y armoniosa si el aliento ha sido equitativamente distribuido en su interior.
Es exterior es resultado del interior” (Rowe y Koetter, 1981: 60). Si en la
tradición el espacio urbano es protagonista, aquí es un simple resultado.[1]
Varios
aspectos interesan destacar aquí: el prisma vidriado como objeto singular, la
disposición de esos mismos volúmenes en nuevas configuraciones, las
perspectivas obsesivas de Hilberseimer, los planes de Le Corbusier, en donde
verde, vialidades y servicios se introducen en un campo abierto, entre un
extenso parque y una ciudad indeterminada.
Le Corbusier. Unidad de Habitación de Marsella (1947-52)
EDIFICIOS AUTONOMOS
Otro
aspecto es el contorno del edificio y la expresión de funciones o determinantes
internas. La forma resultante proviene desde adentro (la pompa de jabón). El
volumen es autónomo, no acepta ni adosamiento ni está sujeto a una forma mayor.
La
ubicación de la Unidad de Habitación de Marsella no responde al trazado de la
avenida ni a la forma del terreno. Se orienta de acuerdo a la posición del sol:
las dos fachadas largas orientadas hacia el este y oeste respectivamente.
El Teatro
Teresa Carreño y el Ateneo de Caracas son ejemplos notables en el caso
venezolano.
En
el caso de los Bloques del 23 de Enero, se crean un conjunto de terrazas, en
las que se ubican los bloques. El espacio entre edificios cumple funciones:
aireación, ventilación, circulación, pero no es espacio urbano conformado y
delimitado.
Carlos Raúl Villanueva. Conjunto 02 de Diciembre (23 de Enero) (1955-57)
NOVEDAD Y VARIEDAD
Las
razones, motivos y teorías que explican las formas resultantes son muy
variadas, tal como lo es la modernidad. Le Corbusier dibuja el movimiento del
sol y la vegetación indeterminada circundante como las principales
determinantes exteriores, Wright entiende e interpreta la naturaleza
circundante en términos psicológicos y perceptivos. Para Mies casi no parece
existir el problema y se concentra en el idealismo y pureza de la forma del
edificio.
Para
otros, el problema es la construcción, el proceso, la cadena, la secuencia, la
racionalidad y economía del propio proceso de construcción, dejando de lado el
efecto resultante. Se pueden citar aquí a dos de los notables directores de la
escuela de la Bauhaus: Walter Gropius y Hannes Meyer. Algunos más, se
concentran en la búsqueda de la novedad: Sant` Elia, Archigram y Yona Friedman. Son los utópicos futuristas, tal como lo
señalan Koetter y Rowe.
En
las propuestas urbanas de Le Corbusier, vemos perspectivas dibujadas desde un
hipotético interior. Estos dibujos nos muestran la visión que anhela:
abundantes árboles, y siluetas indeterminadas y distantes de otros edificios.
Aquí desaparece el espacio cívico tal y como lo había conocido y concebido la
tradición.
Le Corbusier Ville contemporaine (1922)
EL BALANCE DE LA MODERNIDAD
A su
vez, la propuesta urbana moderna se degrada y devalúa, pues “la ciudad en el
parque se convierte en la ciudad en el aparcamiento” (Rowe y Koetter; 1981: 67) (The city in the park
become the city in the parking lot”). Como nunca, esta frase es reveladora, y
nos muestra lo lamentable que puede ser la caída desde las alturas de las
teorías.
Si
en el ámbito de lo urbano se debe reconocer un balance negativo, no se puede
decir lo mismo en otros tantos aspectos. En un breve lapso de tiempo, los
maestros de la arquitectura moderna crearon una nueva arquitectura, que hoy día
sigue siendo la referencia básica de la arquitectura.
II.3.5- CUERPOS Y DISCURSOS
DIVIDIDOS
Regresemos
al tema de la ruptura con la tradición, al tema de la modernidad como problema
y a las formas del discurso y del pensamiento. Quizás conviene preguntarnos como
es que la ciudad en el parque se convierte en la ciudad en el estacionamiento.
En
casos más frecuentes de lo deseado, se observa una disociación; un objetivo no
solo no logrado sino traicionado o desmentido (los filmes de Reggio y Wenders
de los que antes hablamos lo muestran).
Es
difícil ubicar tiempos y fechas, pero desde mediados del Siglo XX la modernidad
se confronta con su propia crisis de métodos y resultados.
Algunos
intelectuales, se adelantan aun más y advierten sobre algunas “pérdidas” que
conlleva la modernidad y su impulso científico. Uno de estos es Carl Jung
(1875-1961), quien recorre un camino si se quiere inverso, al plantearse la
existencia de ciertas permanencias psicológicas –arquetipos- que lo llevaron a
estudiar la historia y los mitos de la antigüedad. Jung diferencia el
conocimiento de la sabiduría, el primero asociado a la modernidad y la segunda
a la tradición. Estas son sus palabras:
Existen
no pocos que en épocas más antiguas no se hubieran vuelto neuróticos, es decir,
en desacuerdo consigo mismos. Si hubieran vivido en una época y en un ambiente
en que el hombre estaba vinculado a través del mito con el mundo del misterio,
y por este con la naturaleza viva y no meramente contemplada desde afuera, se
hubieran ahorrado la desavenencia consigo mismos...
Se
trata de hombres que no (...) hallan el camino a un mundo meramente externo, es
decir, a la concepción de las ciencias, de la naturaleza, ni puede
satisfacerles el fantástico juego de palabras intelectual que no tiene nada que
ver lo más mínimo con la sabiduría.” (Carl Jung, 1971:
154-155).
Para Jung, el predominio
del intelecto, de la razón y de la ciencia constituyen formas de fraccionar y
traicionar la realidad. Son trampas y formas de mentira. Veamos como define a
un intelectual:
A
los pacientes más difíciles y desagradecidos pertenecen, según mi experiencia,
junto a los habituales mentirosos, los denominados intelectuales, pues en ellos
una mano ignora lo que hace la otra. Cultivan una sicología “a compartiments.” (Ídem).
Intelectuales
y mentirosos están cerca. Se puede decir que son lo mismo.
En
torno a esto, recordemos el discurso simplificado y limitado que hace Le
Corbusier en torno a los temas de la ciudad y el urbanismo, reduciendo algunas
propuestas a simples formulaciones, casi académicas según Rowe y Koetter,
mientras la riqueza de su arquitectura no se verificaba en los temas de la
ciudad. Otro caso es el de Villanueva, quien en los mismos años que proyecta el
conjunto del 23 de Enero escribe
textos en los que critica el urbanismo moderno y resalta las virtudes de las
ciudades coloniales. En ambos casos, nos encontramos con propuestas
intelectuales producidas por compartimentos separados. En un caso se disocia el
proyecto a diferentes escalas, en el otro se olvida lo que se aprecia al
momento en que se propone.
UN ESTACIONAMIENTO DE CUALQUIER CIUDAD
BIBLIOGRAFÍA
JUNG, Carl. 1971. Recuerdos, sueños, pensamientos.
Barcelona, Editorial Seix Barral Biblioteca Breve (1ª edicion en inglés:
1961-1962).
ROWE,
Colin y KOETTER, Fred. 1981. Ciudad Collage. Barcelona, Gustavo Gilli.
[1] No queremos unirnos
aquí al cómodo coro de detractores de pasillo y de academia que quieren ver en
Le Corbusier a un insano propulsor y culpable de lo más nefasto de la
arquitectura y el urbanismo del siglo XX. Los autores que citamos
frecuentemente en este texto, Rowe y Koetter, se cuidan de caer en tal
simplificación. Otro tanto hacen William Curtis y Geoffrey Baker, quienes nos
ofrecen frescas e interesantes interpretaciones de la obra de Le Corbusier,
curiosamente a través de la experiencia directa de las obras, y no de
formulaciones teóricas abstractas. Una edición de la revista Domus, nº
687, octubre de 1987, dedicada a conmemorar el centenario del nacimiento de L
C, tiene un editorial escrito por Mario Bellini, titulado “La Corbusier ancora
da scoprire” (Le Corbusier aun por descubrir). El tono de este artículo y del
análisis de obras casi todas parisinas nos muestran a un L C capaz de ofrecer interesantes
respuestas en relación con el tema del contexto urbano y de la ciudad
tradicional.
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