Este es el segundo artículo de mi blog en el que recuerdo a Jesús Tenreiro. (Ver: https://luispolitoarquitecto.blogspot.com/2017/04/recordando-jesus-tenreiro.html). Hoy es día de su aniversario de nacimiento.
Este será un artículo que tratará de arquitectura. Jesús Tenreiro logró transmitir en algunos alumnos y discípulos la más importante lección: el amor por la materia que nos convoca. Aparte, aquí no se incluirán ni historias ni anécdotas.
Serán 4 temas y 7 fotos. Todo proviene de dos de sus obras: una casa y la conocida Abadía de Güigüe.
El amor por la arquitectura se manifiesta de varias formas. Una de ellas es la conexión permanente con lo ya hecho. En este caso con la tradición de la arquitectura. Así, para Jesús un detalle de proyecto o una reflexión conecta con el Románico o con Mies o Le Corbusier.
El amor es lo más íntimo y personal y simultáneamente lo más universal. Y en buena medida creo que la trascendencia de Jesús obedece a su ser como persona única y a su universalidad.
1-Ladrillo pintado. Foto 1
En una clase, Jesús hablaba de esta casa. Algunas de sus paredes son de ladrillo y son blancas. Por su decisión, el ladrillo se pintó. Explicaba Jesús que eso lo había hecho antes el arquitecto danés Arne Jacobsen. Y agrego: también lo hizo Alvar Aalto. Y en Venezuela, además de Jesús, lo han hecho Federico Beckoff y Dirk Bornhorst. La cuestión aquí es esta: estructura y acabado, soporte y apariencia, cuestionamiento de algunas pretendidas verdades. Para hacer el asunto más llamativo, Jesús hace en esta obra lo que ninguno de los renombrados antecedentes o contemporáneos locales: pinta el ladrillo de blanco. Pero no todas las paredes de ladrillo.
La casa tiene más de 50 años. Es digna y está muy bien conservada. Y el asunto me fascina.
2-Luz y espacio I. Foto 2
Hay temas gruesos en arquitectura. Los del título son dos y como muchos otros, trabajan juntos. Son ineludibles. Algún empecinado –con puro intelecto y muy poco corazón- ha pretendido negar alguno de estos temas. Sigamos.
Ni los espacios son siempre iluminados por ventanas colocadas a nuestra altura ni la luz debe provenir de esas mismas ventanas convencionales. En una iglesia, el maestro Siza hace de dos tipos de ventanas el efecto de la maestría: una es baja y para ver el paisaje circundante. Las otras son altas y dramáticas. Dejan ver cielo y sol. En este caso, se emplea la abertura circular: óculo, ojo, linterna, rosetón. La forma más pura para el efecto más noble de la arquitectura: la luz natural. Se trata de acentuar, de explorar. ¿Por qué? Porque se puede ¿Para qué? Para que despertemos.
En lo que es la parte más oscura o alta, se alojó una lechuza con su nido. A Jesús le parecía un buen augurio.
3-Luz y espacio II. Fotos 3 y 4
Para lo que se ve en esta foto, hay que incluir un tercer componente: estructura. Y el juego entonces se enriquece. En ocasiones, para resaltar un rasgo se le coloca ante su opuesto. En este caso: masa ante vacío, luz ante sombra, apoyado ante apoyo. El efecto se agudiza con los recursos de la técnica moderna: ya las masas no tienen por qué estar apoyadas en el suelo. Lo hace Louis Kahn en tantas de sus obras. Y Clorindo Testa también, en aquella maravilla que es la sede del Banco de Londres en Buenos Aires. Masa aérea, masa grácil, masa liviana. Este efecto se ha dado en otras expresiones. En boxeo lo logró Muhammad Alí y en futbol lo hace Erling Haaland con su estatura de 1,94 metros, su peso de casi 90 kilos y su agilidad y velocidad dignos de una gacela.
La pared anda por allá por lo alto. Es masiva y maciza. Debajo tiene luz. Al ver la foto 3 se puede observar que en la franja horizontal de luz está incluida una celosía de madera. Detrás se oculta parcialmente un vidrio. Son elementos agregados y le restaron fuerza al efecto. Lamentable la solución de esa trama de madera a ras de la pared.
En la foto 4 se observa el mismo efecto. Esta vez entre pared y techo. No se tocan. En el lugar habitualmente sólido –la arista entre pared y techo- no hay materia y la superficie de la pared se extiende hacia arriba. Aire, luz.
Simplemente magistral.
4- Forma y función. Foto 5
En primer plano se ve un capitel que no es capitel. Es un elemento que inmediatamente despierta curiosidad ¿Qué hace allí? ¿Para qué sirve?
Jesús se entretenía en enumerar las diversas interpretaciones de este elemento: las que terceros habían sugerido y las que el mismo había inventado.
A Jesús le divertía el asunto. A mí también. A la arquitectura y al proyecto no los puedes meter en la caja de las respuestas fáciles. Del resto, imagínate ante una obra de Carlo Scarpa preguntando por el porqué de cada una de las maravillas que hace.
Lo fantástico es el hacer. El de Carlo y el de Jesús. Y el de otros, por supuesto.
5-Los alumnos. Fotos 6 y 7
Yo creo que Jesús tiene sus fieles seguidores. Son los que lo adoran. Tiene discípulos y ha tenido muchos alumnos. Tenía algo magnético, que a muchos atraía. Y su obra también tiene esa cualidad. Era complejo; la mayoría de las veces muy asertivo, pero podía ser también caprichoso.
Guardo una enorme gratitud hacia él, y me siento agradecido por sus tantas lecciones. Aquellas de sus palabras, de sus maravillosos dibujos y de sus obras.
Y con este último punto cierro con lo que ya dije al inicio: lo mejor de un maestro de arquitectura es su capacidad de transmitir amor por el oficio.
Estas últimas dos fotos son el recuerdo de un festivo y animado paseo a la Abadía. En aquella ocasión la rodeamos completamente. No hay caminos para ello. Y desobedecimos las órdenes de los hermanos benedictinos de no hacer tal recorrido. Yo hubiese obedecido, pero el grupo de estudiantes me arrastró.
Y llegamos a este intrincado lugar, en donde se ve como los apoyos del ala de habitaciones de los monjes se apoya en el suelo.
Estas dos últimas fotos revelan dicha. La arquitectura que hizo Jesús la transmite.
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