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RECORDANDO A JESÚS TENREIRO



A través de su blog, Oscar Tenreiro nos dice que hoy domingo 09 de abril de 2017, Jesús Tenreiro, su hermano, cumpliría 81 años. Propuso un encuentro para recordar a Jesús. Luego lo suspendió a casusa de la grave situación que vivimos en Venezuela.  

Yo he decidido escribir algunas palabras en torno a Jesús.  

Es importante recordarlo. 

No recuerdo con exactitud cuando conocí a Jesús Tenreiro. A mediados de los setenta buscaba una nueva unidad  y me orienté hacia la 5, impulsado por la presencia de Jorge Rigamonti;  del cual escuché unas breves palabras en la ocasión en que explicara una propuesta de concurso a un grupo de estudiantes del profesor  Antonio Granados Valdez.  En la presentación de los profesores de la UD 5 Jesús no apareció y la opción de Rigamonti se hizo imposible porque el atendería a estudiantes de los semestres más altos  (entonces yo debía cursar Diseño III). El que sí hizo una propuesta que me gustó fue Oscar Tenreiro –hermano menor de Jesús-. Me inscribí con él, en un taller vertical de primero a noveno semestre. De esta grata experiencia cabría hacer un detallado relato que dejaré para otra ocasión.   

Luego, con el tiempo, fui conociendo a Jesús en las ocasiones en que era jurado o asistiendo como oyente a sus cursos. Probablemente por allá por 1975, me incorporé a trabajar en su oficina. Asistí al desarrollo de dos importantes proyectos: el Monumento al Hierro en Ciudad Guayana y un conjunto de oficinas en la Urbanización La Floresta en Caracas. El primero elaborado a ritmo frenético, el segundo a velocidad moderada.  

Mientras escribo elevo mi vista y veo mi título de arquitecto, firmado por dos hombres notables: Jesús y Gorka Dorronsoro. Casi puedo ver a Jesús firmando mi título en 1980, y recuerdo que  habló de variados temas. Pero nada más allá. Entre nosotros no había una comunicación franca y abierta.  

Ya en otros tiempos asistí un día a la Clínica La Floresta a visitarlo. Sus problemas de salud ya afloraban y no pude verlo. Allí, conocí a su hermano Pedro Pablo. 

Después del 2000 volví a tener contacto con él, en visitas ocasionales a su casa en Las Palmas, y en ocasión de los dos últimos cursos en que Jesús participó en la FAU. Fui su colaborador, y asumí el rol de profesor asistente que en un plano secundario seguía el desarrollo de las conversaciones.  Pero en esta etapa tuve la suerte de estar cerca de él y de disfrutar, en una relación ya más abierta y sincera, de sus enseñanzas. Por esos tiempos, en otra ocasión lo invité a mi curso, y de ese momento es una de las fotos que incluyo. También por esas fechas le pedí mirase un proyecto que yo  llevaba adelante. Recuerdo con extrema precisión sus observaciones todas atinadas, aunque no todas significaron cambios en lo que en ese momento estaba haciendo. 

Como ha sucedido también con otros ausentes queridos, mi relación con Jesús; a pesar de que ya no está aquí, ha seguido creciendo y transformándose, como parte de lo que es mi propia experiencia vital. 

Hace poco leí algo que me llamó poderosamente la atención. Paul Feyerabend dice que a veces los niños y adolescentes son obligados a aprender algunas nociones, poemas u oraciones de memoria. En ese momento es probable que no entiendan mucho pero con el paso de los años las enseñanzas se van manifestando a su debido tiempo. Con Jesús, me ha pasado eso.

De esto escribiré. 

 PROYECTO

En la oficina de Jesús aprendí que el proyecto de arquitectura implica técnica y artesanía. Allí el dibujo es un instrumento esencial. Las riendas que manejan esos dibujos son el intelecto, las intuiciones, las razones y las inspiraciones. El arquitecto se ve obligado a transitar entre vuelo y tierra, entre aspiración y realidad.  

En lo que yo pude ver, Jesús hacía pocos dibujos. Estos aparecían con cierto misterio. De repente e improvisamente. 

Él no asistía a la oficina en los horarios habituales. Así, te retirabas un día de la oficina y asumías que el proyecto estaba orientado en una dirección. Al día siguiente aparecían unos pocos croquis o alguna instrucción dada a Ana (su esposa arquitecta y colaboradora) o a Rafael Urbina (su mano operativa).  Se recomenzaba a dibujar, con  cierta desazón y con castigo a las láminas. Se requería entonces de la artesanía del borrado y de la vuelta al inicio. 

De todo esto me queda una lección. 

El proyecto es transformación. Es un proceso en espiral (le gustaba esa analogía). Conviene seguir adelante y conviene dejar atrás los razonamientos, sobre todo cuando estos se convierten en lastre. Es trabajo de fuego lento, dando vueltas y vueltas. 

 OBRAS

Si el proyecto es transformación, la obra también. En el primero los cambios son de las ideas, en la segunda los cambios son de la materia. 

En la obra, los materiales se colocan de tal manera que permiten la manifestación de dos cualidades excelsas de la arquitectura: luz y aire. Como bien señala Alberto Campo Baeza, la luz  al igual que la sal tienen su justa medida. Podemos hacer espacios desabridos o excesivos. 

Y en esto, la arquitectura de Jesús revela maestría: luz y aire son dos presencias naturales de nuestra geografía que tienen enormes cualidades pero que se deben dosificar –arquitectura mediante-  con cuidado. 

La arquitectura moderna en su expresión degradada y convertida en formulismo abusa de la fachada de vidrio continuo y niega el empleo de un recurso tradicional: el patio. En nuestro medio, la fachada de vidrio se presta a los excesos de luz. En forma diferente, nuestra arquitectura tradicional propone dispositivos oportunos: el patio y el corredor.  

En la arquitectura de Jesús se invierte el formulismo moderno: casi no vemos el manido recurso del ventanal corrido de piso a techo; mientras dispone con generosidad de patios y corredores. 

Pero no se piense que la arquitectura de Jesús es una ciega repetición de fórmulas de la tradición. 

La estructura moderna  (aquella del pórtico de concreto armado o de metal) permite la elevación de la materia; para que sea colocada tanto al frente como por encima.    
En la sede de la CVG (1967-68), Jesús propone unos planos de ladrillo por encima del horizonte, apoyados en esbeltas y ligeras vigas metálicas. Aflora así el aire y la sombra en los espacios intermedios del edificio. Oportuno y feliz recurso.

En el caso de la Abadía de Güigüe (1986-90) aparece otra vez el recurso de la elevación de la materia, en particular en la capilla: los muros laterales tienen perforaciones longitudinales a media altura que permiten el paso de aire y luz. Esto se logra apoyando la parte superior del muro sobre una viga. Aparece entonces una franja de luz corrida. Elementos agregados luego –una romanilla de madera alineada con la superficie interna- desdicen la propuesta. Pero allí está lo logrado. 

Faltaría decir muchas cosas más de las obras de Jesús, pero me detengo aquí. Su obra ha sido como la de su maestro; Louis Kahn. Notable en calidad, escasa en cantidad. Sin embargo, siempre lograda.  

 PENSAMIENTO

En una entrevista de 2005, Jesús Tenreiro expresa su admiración por el románico temprano (cisterciense) y por la Galería de Arte de  Berlín de Mies.  

Con modelos tan distantes en el tiempo y cercanos en ideales, Jesús nos propone asideros en mundos diversos. Se puede ser variado, sin llegar a ser ecléctico. 

Esta mirada atenta tanto a la tradición como a la arquitectura moderna constituye un rasgo fundamental del pensamiento de Jesús. Y es nuevamente expresión de un compromiso moderno apartado de los formulismos. 
 
No es en vano que Jesús haya atendido a la psicología de Carl Gustav Jung, una importante referencia en esta disciplina que fue capaz de mirar cada vez más atrás en la historia y en los mitos para descubrir aspectos de la naturaleza humana tan importantes pero igualmente tan escondidos que la ficción y la altanería de la ciencia moderna  intentan ignorar. 

Y no es tampoco casual que Jesús tilde de bluff a Frank Ghery, ese arquitecto con pretensiones de innovaciones fundacionales. 

Al igual que Mies y Le Corbusier, Jesús es sensible a los retos de su tiempo sin olvidar que cultura e historia son importantes asideros para nuestro pensamiento y para la arquitectura misma. 

Cada vez me convenzo más de lo imperativo que resulta mirar atrás para fundar lo que hacemos. 

Es una lección que Jesús nos brinda tanto en su pensamiento como en su obra.  

DIDÁCTICA

Entre mis tiempos de estudiante y las conversaciones que tuve con él después del dos mil noto un cambio de tono. Se trata –creo- de la llegada de la madurez y de la claridad. En los setenta, el peso del pensamiento de Kahn en Jesús era evidente. Creo que su hermano Oscar ha contextualizado muy bien el pensamiento de Kahn. Es poético –en exceso- y corresponde a un momento y a unas intenciones de liberación propias de finales de los años sesenta. 

Tanto en Kahn, como en Bachelard (La poética del espacio, libro que Jesús comentaba y recomendaba) imagen e imaginación juegan un fuerte papel. Se convierten en impulsos que conducen a la ensoñación (palabra clave en Bachelard). 

Más adelante, me pareció acercarme a un Jesús más pragmático, diría inclusive más efectivo y directo en su pensamiento. En esta época estaba más atento a escuchar que a anunciar. 

En la ocasión del último curso que hicimos juntos, en la primera clase, un alumno preguntó a Jesús cual era el objetivo del curso.  Hubo un momento de silencio. Luego Jesús dijo: lo que proponemos con este curso es que ustedes hagan proyectos más bellos. Sopesó su respuesta y el asunto se agotó allí. Posiblemente esta respuesta sea la expresión del máximo contenido en la más mínima de las frases.

Los alumnos realizaron cuatro dibujos: un mandala, un autorretrato, una naturaleza muerta y un animal. Yo me animé e hice los últimos tres. Con estos ejercicios, uno descubre que el dibujo es una forma de expresión de nuestro ser y una forma de salida de lo que guardamos en nuestro interior. Es a través del dibujo que los proyectos afloran. Por lo tanto, ese dibujar aparentemente libre es una oportuna fuente de entrenamiento para el arquitecto. 

Por supuesto, aquellos que compartieron con Jesús saben de sus permanentes menciones a Kahn, a Le Corbusier y a Mies, a Richard Wagner y a Carl Jung. Y a veces siento que reducen tanto al propio Jesús como a su enseñanza permaneciendo en la apariencia y en la cita de estos modelos. 

La didáctica de Jesús se debe entender entre dos pulsiones, una expansiva y otra de concentración. 

El arquitecto requiere de un marco cultural amplio. Allí; historia, cine, fotografía, literatura  juegan un papel relevante. Algunos modelos ejemplares de Jesús los he seguido y apreciado. Otros no. Tal es el caso de Wagner y de la ópera. No estoy hecho para ella.  
Más allá de las preferencias, se puede decir que el mundo del arte y de la cultura estimulan nuestra creatividad e intelecto. El arte tiene la virtud de poder revelar siempre algo, de una forma nueva e inesperada. 

Esta es la fuerza expansiva. La que conduce al centro tiene es la arquitectura misma; esa digna institución que no está allí para servirnos sino para que nosotros la sirvamos a ella. Esto se lo escuché a Jesús y es una de esas ideas que vale la pena recordar. 

Es lo contrario de la idea funcionalista y trillada que lleva a los extremos de considerar que si a una casa de Wright o de Le Corbusier les entra el agua, son obras deficientes. Jesús me hizo entender la estupidez de una idea como esa y me hizo comprender que la arquitectura es sacrificio y ofrenda. Es manifestación de la dignidad humana. 

Termino y exclamo: ¡Feliz cumpleaños Jesús Tenreiro!

 








FOTOGRAFÍAS

1-Jesús Tenreiro. Del catálogo de la exposición de la GAN "Los signos habitables". 

2-Croquis de JT del proyecto de la Abadía. El croquis se encuentra en el Decanato de la FAU-UCV. 

3-Edificio de la CVV. Autor: Profesor Juan Pablo Camacho. https://www.flickr.com/photos/juanpablocamacho

4-Capilla Abadía de Güigüe. Autor: Luis Polito. 

5-Exterior Abadía de Güigüe. Autor: Luis Polito.

6-Jesús Tenreiro, acompañado por el profesor Alberto Sato e invitado a mi curso en 2005. Autor: Luis Polito.

7-Casa Rodríguez, Los Palos Grandes, Caracas. Autor: Luis Polito.











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