Uno de los problemas de la teoría de
la arquitectura es el de la relación con otras disciplinas. Hanno Walter Kruft
destaca los vínculos de la teoría con el arte, la estética y la filosofía,
mientras que Aldo Rossi intentó elaborar una teoría de lo específicamente
arquitectónico en La arquitectura de la
ciudad.
Son caminos
opuestos y un asunto clave en la teoría.
En
forma introductoria, podemos hacer algunas preguntas:
-¿Qué
aportes ha obtenido la arquitectura y su teoría de las relaciones con otras
disciplinas?
-¿A
cuales disciplinas ha apelado con mayor frecuencia?
-¿Cómo
lo ha hecho?
-¿Cómo
puede relacionarse la teoría de la arquitectura con las teorías del arte?
-¿Cómo
puede relacionarse la teoría de la arquitectura con las teorías científicas?
-¿Cuál es el grado de dependencia y autonomía de las
categorías teóricas de la arquitectura?
La consideración de estas preguntas atañe al indagar
acerca de la naturaleza de la teoría. El
camino enunciado por Kruft, el del vínculo de la teoría de la arquitectura con
otras disciplinas ha sido frecuentemente empleado. Ssegún él mismo con el arte
y la estética; según Cristopher Jones con el lenguaje de las computadoras; en
el caso de Hannes Meyer con la construcción masiva y prefabricada.
Si la arquitectura en cuanto práctica puede fijarse
algunos límites, los de la teoría son solo los de los discursos, por lo tanto
el panorama de esta última puede ser vastísimo. Casas
editoras y arquitectos y/o teóricos interesados en poner por escrito
planteamientos de diversa índole coinciden en sus intereses por divulgar
ideas.
Dentro
de este contexto, que en un principio puede resultar excitante y renovador, los
vínculos y propuestas se hacen desde y hacia cualquier dirección: la filosofía
y la ciencia (Peter Eisenman), las nuevas tecnologías informáticas (Frank
Ghery), correspondencias entre obras y corrientes filosóficas (Iñaki Abalos), high-tech, arquitectura sustentable,
ecología y tantas otras categorías más.
Así,
se puede decir que el ámbito de referencias de la teoría de la arquitectura es
sumamente amplio. Los diálogos y vínculos de la arquitectura con otras
disciplinas se han extendido enormemente.
Llegado
a este punto, nos podemos detener en uno de los asuntos fundamentales de la
teoría de la arquitectura, que creemos conveniente presentar bajo la forma de
una pregunta: ¿la arquitectura es una disciplina autónoma, dotada de sus
propias categorías de análisis y elaboración o, por el contrario, se vincula
con otras expresiones culturales y científicas de otros campos del saber?
Evidentemente, las referencias que hemos señalado
anteriormente, parecen haber abonado una forma de trabajo en donde se
establecen estrechos vínculos entre arquitectura y otras disciplinas.
Sin embargo, existen también otros caminos. Un caso de
marcada indiferencia hacia el campo filosófico lo encontramos en Bruno Zevi,
particularmente en el uso reiterativo que hace de la categoría del espacio.
Este crítico e historiador, utilizó frecuentemente este término, con algunas
variantes: “espacio interior”, “vacío”. En líneas generales, a Zevi nunca le
pareció necesario establecer relaciones y explicaciones entre el uso que él le
daba a este término y el que se le da en el campo de la filosofía (en la que
existe una amplia elaboración conceptual, desde Aristóteles hasta Martin
Heidegger). En su texto clásico Saber ver
la arquitectura (1° ed.: 1951) nos encontramos que en los títulos de los 6
capítulos que conforman el libro la palabra espacio se repite 3 veces, mientras
que la palabra arquitectura se repite 4 veces. La referencia al espacio es
continua, así como a la propia arquitectura, la pintura y la escultura, a obras
y autores y a nociones específicas de la arquitectura tales como planta, escala
o muros. En ninguna de las partes del libro, Zevi se detiene en el significado
del espacio en la filosofía. Los nombres de 2 filósofos, Theodor Adorno y
Ludwig Wittgenstein, solo aparecen señalados en la bibliografía final sobre
teóricos del arte y la arquitectura.
Para terminar, citaremos algunas palabras de William
Curtis, quien nos alerta acerca de los excesos de cierto tipo de teoría. En una
entrevista que concede en 1998, Curtis señala que “el principal argumento para
la reflexión procede de la experiencia de la cosa misma”. Curtis, a nuestro
juicio, señala un punto fundamental cuando afirma que no le importan mucho
cuales son las obsesiones y temas en los que los arquitectos se inspiran,
siempre y cuando en la obra se pueda identificar “un lenguaje efectivo y (…) la
creación de una nueva entidad: un edificio con vida propia”. Evidentemente,
Curtis se refiere a obras y a arquitectos. Sin embargo, su planteamiento se
puede trasladar a la teoría de la arquitectura en general. Tanto para Curtis,
como para Zevi, la obra es el centro fundamental de la arquitectura, y si bien
no se descarta el papel de la teoría, su crítica se dirige contra el “exceso de
palabras mal empleadas y conceptos pobremente desplegados”.
Hemos
descrito caminos opuestos: el de los vínculos, relaciones y préstamos entre
arquitectura y otras disciplinas. Ha sido una de las vías más exploradas a
partir de la segunda mitad del siglo XX. Por otra parte, algunas propuestas
teóricas han descartado tales posiciones, reivindicando una autonomía
disciplinar de la arquitectura.
Así,
se perfilan algunas preguntas:
1-¿El
panorama descrito ha contribuido a
ampliar y desarrollar la teoría de la arquitectura o, por el contrario, ese
panorama es solo un síntoma de un momento cultural plagado de confusiones?
2-¿Cómo
existió y se realizó la arquitectura, en el pasado, sin apelar a la ciencia y a
la investigación como mecanismos epistemológicos de soporte?
3-
La arquitectura tiene dos asideros tradicionales: una teoría de la arquitectura
(variable, cambiante, que no logra fijar ni dogmas ni ordenes) y una práctica
de proyecto, ¿Este esquema sigue siendo válido o asistimos a un nuevo paradigma
en la realización de la arquitectura: el de la investigación-proyecto como una
operación integrada?
4-
¿Son mensurables y equiparables los mecanismos de la ciencia y los de la arquitectura,
o son inconmensurables? (1).
5-
Cabe también hacer la misma pregunta referida al arte: ¿Son mensurables y
equiparables los mecanismos del arte y los de la arquitectura, o son
inconmensurables?
Para concluir, solo podemos
señalar que se hace difícil aquí intentar hacer un balance exhaustivo del
estado de la teoría de la arquitectura en estos momentos. El tema es vasto, y
apenas hemos esbozado algunas referencias de libros y autores que estudian y
hacen propuestas sobre el tema. En las décadas recientes, la teoría de la
arquitectura ha tenido un importante impulso, y quizás la tarea pendiente sea
la de intentar alcanzar –al menos en términos de hipótesis tentativas- una
síntesis que ponga en relieve los temas y aspectos fundamentales del quehacer
arquitectónico. Este es uno de los objetivos fundamentales de cualquier
acercamiento a la teoría de la arquitectura.
(1)Usamos el término inconmensurable en
el sentido que lo emplea Thomas Kuhn. Para él, las ciencias y grupos
científicos establecen competencias para lograr éxito y resultados. Lo que
diferencia esas ciencias o grupos es que tienen “modos inconmensurables de ver
el mundo y de practicar en él la ciencia”. Así, algunas ciencias, grupos o
escuelas no tienen forma de diálogo posible. Su ámbito de trabajo y
comunicación se reduce a las creencias científicas aceptadas. Las preguntas que
nos hacemos aluden a esta incompatibilidad epistemológica.
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