Jean Prouvé (1901-1984), notable arquitecto del siglo XX, nunca se consideró tal. Prefería llamarse obrero o técnico. Es el inventor de la fachada cortina y de la junta "en seco"; sistema de construcción que no usa frisos sino fijaciones instantáneas. Cuando los arquitectos oficiales franceses debían considerar darle el título de arquitecto, estos le solicitaron un portafolio con sus trabajos. El no lo hizo, y comentó que ellos tenían el derecho a pedir esos documentos. Sin embargo, consideraba que su obra bastaba como fundamento para completar el trámite. Ese era su derecho. No le dieron el título oficial, pero no tenemos dudas de su talento como arquitecto. Hizo parte del jurado que premió la propuesta de Renzo Piano y Richard Rogers para el Centre Boubourg.
Siempre puso la práctica por encima de todo. Cuando sus colaboradores le mostraban dibujos, él inmediatamente les pedía la realización del prototipo. En un momento, se vio obligado a asociarse con terceros para mantener su taller. Y esto significó que lo apartaron de las decisiones de proyecto y realización. Así, se encontró fuera de la empresa que él mismo había creado. Fue un duro golpe.
Nos quedan sus estupendas obras y propuestas de arquitectura, así como sus sabias palabras. He aquí una muestra:
¿Que diría hoy Prouvé cuando ser parlanchino parece ser, para algunos, condición indispensable para ejercer la arquitectura?
LAVALOU, Armelle. 2005. Conversaciones con Jean Prouvé. Barcelona, Gustavo Gili.
Incluimos dos fotos de la casa que Prouvé se hizo para sí mismo. En la segunda está Prouvé sentado, con sandalias.
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