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ARQUITECTURA, MANIFESTACIÓN INCONMENSURABLE



En una reflexión dedicada a la enseñanza de la arquitectura. Louis Kahn desarrolla tres aspectos de la enseñanza de la arquitectura. El segundo de ellos es la expresión.

Curiosamente, en este punto, Kahn comienza recordando los imperativos físicos a los que está sujeta la arquitectura. Este es el texto:

Otro aspecto es la preparación del hombre para expresarse. Esta es su propia prerrogativa.

Se le debe enseñar el significado de la filosofía, el significado de la creencia, el de la fe.

Debe conocer las demás artes.

Utilizo ejemplos que quizás ya he utilizado demasiadas veces, pero el arquitecto debe comprender su prerrogativa.

Debe saber que un pintor puede volver a la gente cabeza abajo, si lo desea, porque un pintor no tiene por qué atenerse a las leyes de la gravedad.

El pintor puede hacer puertas más pequeñas que las personas; puede pintar cielos negros durante el día; pájaros que no pueden volar; perros que no pueden correr; porque es un pintor.

Puede pintar rojo donde ve azul.

Un escultor puede colocar ruedas cuadradas a un cañón para expresar la futilidad de la guerra.

Un arquitecto debe usar ruedas redondas, y debe hacer sus puertas más grandes que las personas. Pero los arquitectos deben aprender que tiene otros derechos… sus propios derechos.

Aprender esto, comprenderlo, es dar al hombre las herramientas para hacer lo increíble, lo que la naturaleza no es capaz de hacer.

Las herramientas tienen una validez psicológica, y no simplemente física, porque el hombre, a diferencia de la naturaleza, tiene capacidad de elección. (Kahn, 2002: 34-35).

El trabajo del pintor como aquel del escultor no están sujetos a las servidumbres de la función, mientras que el arquitecto se ve obligado a responder a necesidades y condiciones físicas a las que debe obedecer.

Sin embargo, luego de decirnos esto, afirma que las herramientas que empleamos están sujetas a nuestra elección.

Esta elección, atributo de la capacidad de expresión humana, es la que separa a la arquitectura de la naturaleza y, por lo tanto, deslinda también  la arquitectura de la ciencia.
Vale la pena aquí, reproducir el tercer aspecto de la enseñanza de la arquitectura. Leamos:

El tercer aspecto que se debe aprender es que la arquitectura en realidad no existe.

Sólo existe la obra de arquitectura.

La arquitectura existe en la mente.

Un hombre que realiza una obra arquitectónica lo hace como una ofrenda al espíritu de la arquitectura… al espíritu que no conoce estilos, no conoce ni técnicas, ni métodos.

Que tan sólo espera aquello que se muestra a sí mismo.

Hay arquitectura, y es la manifestación de lo inconmensurable.

¿Se puede medir el Panteón?

No. Sería un asesinato. 

¿Puedes medir el Panteón, ese edificio maravilloso que colma las instituciones del hombre?

Cuando Adriano pensó en el Panteón, quería un lugar al que cualquiera pudiera ir a rezar.
Que maravillosa esta solución.

Es un edificio sin dirección, no es siquiera un cuadrado, que daría, de alguna manera, direcciones y puntos a sus esquinas.

No hubo ocasión de decir aquí va un altar, o allá. No.

La luz desde arriba es tal que no puedes acercarte a ella.

No puedes quedarte de pie bajo ella; casi te corta como un cuchillo… y quieres alejarte de ella.

Que solución arquitectónica más admirable.

Debería ser una fuente de inspiración para todos los arquitectos, un edificio así, concebido así. (Kahn, 2002: 35-37).

Este tercer y último aspecto comienza con una de las ideas de Kahn más recordadas: la arquitectura no existe.
¿Pero, qué significa esto?  ¿Y por qué Kahn habla de asesinato? ¿En qué consiste?
Si recordamos el segundo aspecto, recordaremos que Kahn comienza con los imperativos que imponen las medidas y las funciones: las ruedas deben ser redondas y las puertas deben permitir que pasemos por ellas.  

Por supuesto, sobre estos imperativos debemos medir. Un edificio se puede medir. Para llevar a cabo una obra permanentemente se debe medir. Es este el reino de lo mensurable. Este es  el reino de la construcción; el de los datos positivos.  

En cambio, para Kahn la arquitectura está en la mente y aquí no podemos medir. Es un asesinato la pretensión de creer que la obra de arquitectura se puede reducir a mera construcción; a hecho físico. 

La arquitectura no existe, pues no tiene ataduras en ese mundo. 

Para hablar del Panteón, Kahn destaca fundamentalmente rasgos cualitativos: su función simbólica, los efectos de luz y, en definitiva, la arquitectura en sí.  

Arquitectura y construcción son diferentes. Una se mide e impone reglas de la naturaleza. La otra es cosa mental; ofrenda humana. 

Manifestación de lo inconmensurable.

COMENTARIO FINAL

En la versión que consultamos, Kahn habla de la “solución” arquitectónica. Sería conveniente consultar la versión original. Creemos que, en el contexto en que nos movemos la expresión es inadecuada. La arquitectura no es la solución a un problema, y tampoco es el efecto de una causa. Lo que dice Kahn y mis comentarios dan fe de ello. Para complementar esto, podemos recordar una breve frase de Kahn, extraída de otro texto. Esto es lo que dice:

Architecture has little to do with solving problems. (Louis Kahn. En: Brownlee y De Long, 1991: 137).

Sin duda esta frase complementa lo que arriba hemos analizado.

KAHN, Louis (2002)               Conversaciones con estudiantes. Barcelona, Gustavo Gili.
BROWNLEE, David (1991)   Louis I. Kahn: in the realm of architecture. New York, Rizzoli.  y De Long, David                        





 Corte transversal del Panteón.

Louis Kahn. Indian Institute of Management (1962-74)

Kahn dibujando






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