¿No tendríamos que asumir nuestra parte en
todas las bajezas y en todas las bellaquerías de las que no vacilamos en creer
capaz al prójimo, y a propósito de las cuales, durante toda una vida nos hemos
escandalizado? Este procedimiento tiene algo de irritante. Nos damos cuenta e
incluso estamos íntimamente persuadidos de que si todos los hombres hicieran
tal examen de conciencia la vida tendría posibilidades de hacerse más o menos
soportable, lo que no impide que sintamos –seriamente- una aversión violenta a
someternos a él a nosotros mismos. ¡Qué alivio, si los otros lo hicieran! Pero
solo la idea de hacerlo personalmente es ya insoportable...
El neurótico, sin embargo, bajo el aguijón
de su neurosis, está forzado a hacer este progreso.
Comentarios
Publicar un comentario