En
1753, el abad Marc Antoine Laugier (1713-1769), publicó el “Essai sur l´ architetture” (Ensayo sobre la arquitectura). Una de
las ideas fundamentales de este texto la constituye el pasaje “El origen de la
arquitectura”. Este texto se acompaña con un grabado que, para Laugier, ilustra ese origen: unos palos
hincados en el suelo cual columnas, otros dispuestos en triangulo encima,
recordando un frontón clásico, y finalmente unas hojas, cubriendo el techo. Laugier
plantea una arquitectura con un orden absolutamente riguroso. Desecha toda
forma de ornamentación, así como todo elemento que no justifique plenamente su
cometido dentro de la totalidad. Como ya se dijo, estas ideas se pueden
fácilmente reconocer en la ilustración. Esta construcción de rasgos esenciales
presagia el neoclasicismo, así como lo hacen los comentarios de Laugier (AA.
VV., 2003: 310-311). Pero, en este momento quiero detenerme en otro aspecto de
la imagen.
En
primer plano vemos una figura femenina sentada -¿la encarnación de la
arquitectura?- que parece estar explicando a un pequeño los orígenes de la
arquitectura. Su mano señala hacia la cabaña esencial. Algunos elementos
cercanos a la figura femenina aluden directamente a la arquitectura: los restos
de un capitel y unos frisos. En la otra mano, en reposo, esta figura sostiene
un compás y una regla.
La
imagen no contiene únicamente lo que es de interés de Laugier, esa cabaña
primitiva desnuda sin ornamento. La imagen incluye también una conversación y
una mirada atenta sobre lo edificado. Esto se hace desde un entorno que
representa la tradición de la arquitectura: el patrimonio clásico, los
instrumentos de dibujo y proyecto. La figura femenina señala y explica. Si lo
hace es porque lo hace acerca de algún tema. Este tema es el origen de la
arquitectura.
La
imagen tiene dos significados: por un lado está lo edificado y por otro una
tradición que está alrededor de nosotros, echada al suelo pero así mismo
presente.
El
origen de la arquitectura es también el de hacerse preguntas acerca de ella, e
intentar contestarlas. Para esto hay dos momentos: uno es el del proyecto y el
otro es el de la búsqueda consciente y razonada de respuestas posibles ante las
preguntas que siempre nos persiguen.
-AA.VV. 2003. Teoría de la arquitectura. Colonia, Taschen.
Estupendo Luis...gracias por compartirlo
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