La inmunidad de las antigüedades es la anti
república. Pero el pueblo también conspira. El pueblo se convierte en anti
República porque el pueblo prefiere la felicidad de no hacer nada y de echarse en el regazo de un hombre salvador o de
buscar unas instituciones menos comprometedoras para ellos. De allí que a
partir de Monagas se entreguen al hombre fuerte y cada posibilidad de resucitar
la institucionalidad republicana choca contra la relación clientelar que se
establece entre el hombre fuerte y la multitud promiscual, es decir, el pueblo
soberano que no tiene acceso a la ciudadanía, pero que tampoco quiere tenerlo,
porque República y ciudadanía son también un tormento que exige un gran
compromiso.
En 1753, el abad Marc Antoine Laugier (1713-1769), publicó el “Essai sur l´ architetture” (Ensayo sobre la arquitectura). Una de las ideas fundamentales de este texto la constituye el pasaje “El origen de la arquitectura”. Este texto se acompaña con un grabado que, para Laugier, ilustra ese origen: unos palos hincados en el suelo cual columnas, otros dispuestos en triangulo encima, recordando un frontón clásico, y finalmente unas hojas, cubriendo el techo. Laugier plantea una arquitectura con un orden absolutamente riguroso. Desecha toda forma de ornamentación, así como todo elemento que no justifique plenamente su cometido dentro de la totalidad. Como ya se dijo, estas ideas se pueden fácilmente reconocer en la ilustración. Esta construcción de rasgos esenciales presagia el neoclasicismo, así como lo hacen los comentarios de Laugier (AA. VV., 2003: 310-311). Pero, en este momento quiero detenerme en otro aspecto de la imagen. En primer plano vemos una figura f
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