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Paul Feyerabend de nuevo. Arte como naturaleza y naturaleza como arte

 


Sección de la parte oriental del crucero de Saint-Nazaire en Carcasona. Dictionaire raisoné de l´architecture. (AA. VV., 2013: 349)

 De nuevo me vuelvo a ocupar en este blog de Paul Feyerabend (1924-1994). Es una importante referencia en el mundo de la filosofía de la ciencia, en particular por su libro Contra el método (1976) de donde proviene la conocida sentencia de vale todo. Fue un pensador que cuestionó muchas ideas fijas de la ciencia. Me acerqué a su pensamiento en la ocasión de un curso de filosofía de la ciencia y desde entonces me resulta un pensador atractivo. Sin duda fue un provocador.

 Lo que antes relaté hizo parte de mis estudios que condujeron a la realización de mi tesis doctoral “Ciencia, arte y arquitectura en tiempos modernos” (UCV-FA4. 2013).

 Han pasado ya algunos años y es inevitable pensar que hoy escribiría ese trabajo de otra manera. También sucede que ciertas ideas que trabajé y ciertos hallazgos me parecen que cobran cada vez más fuerza. Por eso es que recuerdo hoy a Feyerabend y a un pasaje de la tesis que recoge y comenta una idea que él propone: desde el arte se conciben universos y naturalezas bajo esquemas afines a la ciencia. Este es el anverso de la moneda. Por otra parte, lo que llamamos ciencia suele ser un artefacto, una invención producto de la humana creatividad. Reverso. Como dato inicial comento que para exponer esta tesis, Paul Feyerabend acude a analizar la obra y pensamiento de dos arquitectos: Filippo Brunelleschi (1377-1446) y Eugène Emmanuel Viollet-Le-Duc (1814-1879). Uno del renacimiento, otro propulsor del neo-gótico. Los dos muy creativos y en buena medida inventores, sobre todo Brunelleschi.

 Me parece llamativo destacar que es sobre todo en el mundo de la arquitectura en donde podemos encontrar esta comunión entre arte y ciencia. Esto –lo he dicho otras veces- hace de la arquitectura una muy particular e interesante disciplina. Justamente por este particular aspecto.

 Paso ahora a reproducir el texto, con pequeñas correcciones.  

Para Feyerabend, la ciencia no es la reina del conocer, es solo una de las formas de conocer. Así, suele contraponer arte a ciencia. En el caso que comentaremos, las une.

 Al respecto, propone una que desarrolla en el ensayo “El arte como producto de la naturaleza como obra de arte” (Feyerabend, 2003: 133-154). La suya es una propuesta “agrupadora”, expuesta en dos términos sucesivos (Feyerabend, 2003: 134):

 1–El arte obedece estrictamente a las leyes de la naturaleza (siendo así, es ciencia).

 2–La naturaleza es un artefacto construido por “científicos y artesanos a partir de un material que, al mismo tiempo, cede y opone resistencia (…)”. (Feyerabend, 2003: 133).

 En otro ensayo, “Brunelleschi y la invención de la perspectiva” (Feyerabend, 2001: 113–156), encontramos la misma idea.

En el primer ensayo, Feyerabend se apoya en diferentes referencias del mundo de la ciencia, pero también en Goethe (1), en el compositor Anton von Webern (1883-1945) y, significativamente, en la arquitectura gótica y en la figura de Eugène Emmanuel Viollet-Le-Duc (1814-1879). Luego, en el segundo ensayo citado se concentra en la figura de Brunelleschi. De éste último, cabe destacar sus capacidades artísticas, científicas y técnicas. 

 Cuando Goethe comenta las obras de arte de la antigüedad que conoce en Italia, escribe esto:

Las esplendidas obras de arte son, al mismo tiempo, magníficas obras de la naturaleza producidas por los humanos de acuerdo con leyes verdaderas y naturales. (Goethe. En: Feyerabend: 2003: 135).

Von Webern, sigue a Goethe y reitera las mismas ideas. Para el compositor, la música antigua griega encuentra gradualmente un material armónico que ya está en la naturaleza. (Ídem).

De tal concepción deriva esta consecuencia: “la creatividad individual se ve reducida de un modo considerable”. (Feyerabend, 2003: 137). Hasta la propia matemática puede ser entendida como una estructura natural en la que no media ninguna creatividad.

 Sin embargo, en la historia del arte y de la ciencia sucede que esta perfección de la naturaleza es expresada en formas dispersas y diversas. (Feyerabend, 2003: 139). No hay una ciencia, sino muchas. Así, “la idea de un cuerpo de conocimiento científico coherente es una quimera”. (Feyerabend, 2003: 143).

Con esto, ya Feyerabend viene con el regreso de su hipótesis; científicos, artesanos y artistas trabajan y aprenden creando artefactos.

Uno de los que analiza es el edificio gótico. Según Viollet-Le-Duc, en el gótico encontramos “inexorables y objetivas leyes de la naturaleza” (Ídem). Así, se debe prestar poca atención a  las formas artísticas. Para Feyerabend éste es un error, ya que la experiencia práctica y las formas empleadas hacen parte de un único proceso. Los principios científicos no son suficientes para “definir la forma de cualquier edificio”. (Ídem).

Luego, propone la segunda tesis: la naturaleza es un artefacto. Los científicos intentan permanentemente descripciones de la naturaleza que van agrandando y transformando. (Feyerabend, 2003: 145). La ciencia es producto de la insistencia de los científicos. Indagan y transforman estos artefactos interpretativos hasta traducirlos a formalismos matemáticos. (Feyerabend, 2003: 148).

Que la ciencia sea artefacto e invención ligada al arte, lo demuestra esto: “la ciencia no es una cosa, sino muchas, y su pluralidad no es coherente, está llena de conflicto.” (Feyerabend, 2003: 150).

Al final Feyarabend aventura ciertas posibilidades de diálogo entre científicos y artistas. A los primeros les convendría abrirse a las influencias culturales, reconociendo que “el mundo es más escurridizo que lo que suponen nuestros racionalistas” (Feyerabend, 2003: 152). Los científicos suelen resistirse al cambio. Deberían mirar al arte; capaz de moverse cómodamente entre “palabras ambiguas” (Ídem), “para disolver la aparentemente rígida y objetiva naturaleza de las ciencias”. (Ídem).

 En síntesis, estas son las dos tesis de Feyerabend:

 1–El arte debe limitarse a obedecer las leyes de la naturaleza. Si el artista las reconoce y expresa el público las identifica como bellas. El artista actúa como un científico. Es el modelo platónico: naturaleza y conocimientos revelados. Goethe y la arquitectura clásica son expresiones de esta concepción.

 2–La naturaleza es un artefacto, un invento del hombre que ha cambiado a lo largo de la historia. Diferentes concepciones han construido diferentes visiones de la naturaleza. El modelo es construccionista: el conocimiento se construye en la relación objeto estudiado–sujeto que estudia. Se produce una construcción del conocimiento, creativa y cambiante. 

De allí, entonces, el título: el arte es una suerte de ciencia que expresa las leyes precisas de la naturaleza. Sin embargo, leyes y naturaleza son inventos creativos del hombre, la naturaleza es una obra de arte. (2)

Según Feyerabend, se puede entonces afirmar que la arquitectura es ciencia e igualmente arte. Es ciencia si se entiende como una segunda naturaleza organizada. La arquitectura será entonces una ciencia que estudia las leyes de la naturaleza. Será arte si se entiende la arquitectura como la realización creativa de una obra.

La propuesta se revela atractiva y nos obliga a reconsiderar las relaciones entre arte y ciencia.

La arquitectura del Renacimiento, no intenta solo una imitación de la naturaleza, sino también una imitación de las obras antiguas. Uno de los propósitos de los arquitectos y artistas renacentistas es el de proveer un soporte mental teórico–intelectual a su trabajo (Alberti, Brunelleschi, Leonardo). Otro objetivo es desarraigar el trabajo del arquitecto y del artista de la mácula manual: la pura artesanía. Proponen así un arte objetivo y universal: teórico e ideal, y no material y manual. El trabajo del arquitecto es razonar y explicar esa arquitectura, logrando el prestigio del autor. De allí los tratados.

En otro momento, en el siglo XIX, se asiste al éxito y prestigio de las ciencias naturales. Se rechaza todo residuo individual y toda metafísica. La ciencia domina, absoluta. Y así, la arquitectura se impregna de este modelo. De allí, el racionalismo puritano de figuras como Viollet Le-Duc y Durand.

Con William Morris se comienzan a desarrollar las interpretaciones que cobrarán fuerza en el siglo XX. Entiende a la arquitectura y al diseño como respuestas adecuadas, lógicas, racionales a problemas universales (la producción industrial y la crítica al desvío del gusto colectivo dominante).

Ya en el siglo XX, el expresionismo y figuras como Wright se oponen al espíritu positivista. Pero, ya lo vimos, en el siglo XX, la línea fuerte será la de una orientación a la exactitud de la ciencia y el número, no en los términos clásicos de armonía y belleza, sino en los de objetividad y eficiencia.

Como vemos, el panorama es vasto, libre y creativo.

El planteamiento de Feyerabend apunta en la misma dirección de las implicaciones de la noción de arquitectónica (Aristóteles y Kant): un sistema de pensamiento que organiza y propone una determinada arquitectura y una interpretación de la realidad.  

Para terminar, destacaremos una vez más que, para explicar su hipótesis, Feyerabend emplea a la arquitectura como manifestación de ese sistema circular que comienza con la convicción de que lo que se propone obedece a leyes inexorables, para luego constatar que esas tales leyes no son otra cosa sino creaciones artísticas.

En particular, la arquitectura es aquella disciplina que por encima de cualquier otra se presta a la perfección para mostrarnos que el arte tiene mucho de ciencia y que toda ciencia implica algo o mucho de invención.

Notas

(1) Johann Wolfgang von Goethe (1749-1832). Fundamentalmente en la “Teoría de los colores y en “Proverbios en prosa”. (Feyerabend: 2003: 135). 

(2) Feyerabend hace una precisión. Cuando se dice naturaleza, lo que se designa es la descripción de esta. Así: “(…) La naturaleza, tal como es descrita por los científicos, no es la Naturaleza en sí y para sí, sino el resultado de una interacción (…). (Feyerabend, 2003: 151). El proceso y resultado de esa interacción es, para Feyerabend, una obra de arte.

Referencias consultadas

 AA. VV. (2003). Teoría de la arquitectura. Colonia, Taschen.

 Feyerabend, Paul (2001). La conquista de la abundancia. Barcelona, Paidós.

 Feyerabend, Paul. (2003). Provocaciones filosóficas. Madrid, Editorial Biblioteca Nueva.

 

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