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Jugando con las palabras, con las ideas

 Algunas expresiones frecuentes en teoría de la arquitectura conciernen a la naturaleza de esta disciplina, a sus orígenes, e igualmente a su cariz científico o artístico. Ciertas definiciones de arquitectura, antes de precisar contenidos acerca de esta, comienzan asociándola a las artes o a las ciencias. Más allá, aparecen preguntas y temas conexos que se presentan en las definiciones, en los textos de teoría, en las propuestas de pensa de estudios de diversas universidades y en las reflexiones acerca del proyecto arquitectónico. No hay propuesta conceptual o proyectual de arquitectura que no implique algún vínculo con el arte o con la ciencia. El tema es tan antiguo como la teoría de la arquitectura misma.

 A partir de la segunda mitad del siglo XX la teoría de la arquitectura y las indagaciones sobre arte, cultura y sociedad se han vuelto más complejas y dispares. El relativismo se ha adueñado de un gran territorio. Es el tiempo de la las nuevas palabras, de las piruetas del intelecto. A falta de certezas, bienvenidos los juegos. Rem Koolhaas imagina a los arquitectos europeos nadando en una piscina en la que avanzan de espalda. Y, que dudas caben, Koolhaas es un gran nadador en el mundo de las ideas de estos tiempos.

Asistimos a la abundancia de formas de arquitectura y en paralelo a la misma exuberancia de juicios, metáforas, usos indiscriminado de términos y traslados de ellos de unas disciplinas a otras.

Pongamos un ejemplo, para no dejar el asunto en el aire. Repasemos el título de un texto emblemático: Construcción lógica de la arquitectura (1973), obra del arquitecto italiano Giorgio Grassi (1935), publicada por primera vez en 1957. No analizaremos aquí el contenido del texto. Sí haremos con el título, y plantearemos algunas preguntas: 1-¿es una propuesta teórica que la arquitectura sea lógica?, 2-¿Es posible una construcción lógica?, 3-cientificamente, ¿la lógica aporta a la construcción de la arquitectura?

La cultura arquitectónica está llena de frases similares: la forma sigue a la función, la casa como máquina de habitar, menos es más, arquitectura racional, topogénesis, investigación proyectual, proyecto paramétrico.

Aun a riesgo de apresurarnos, esta excesiva libertad con que la cultura arquitectónica emplea términos especializados (lógica, ciencia, racionalidad) se puede contrastar con el rigor y las investigaciones que algunos filósofos y científicos emprenden sobre la ciencia (filosofía de la ciencia). También en el ámbito del arte se asiste a un universo intelectual difícil de escudriñar: por un lado existen expresiones modestas y circunscritas,  poco dadas a generalizar. Pero también a algunos les ha dado por jugar con casi todo.

Nos encontramos así con una característica de la teoría de la arquitectura contemporánea: afirmaciones gratuitas e ideas que empleamos continuamente a conveniencia, sin ahondar en su sentido o provecho. Más grave es cuando estas ideas carecen de sentido para la propia arquitectura. En este contexto, muchas veces sucede que quienes hablan de arquitectura son considerados grandes maestros. Somos dados a atender más al mensajero que al mensaje.

Parece que algunos tienen una licencia: enuncian rápidamente ideas que parecen dotadas de auto-evidencia. El asunto es mucho más complejo, pues cada idea parece irradiar a otras.

No nos percatamos de este hecho: pequeños disturbios de partida, incoherencias menores o mayores, se van convirtiendo en grandes problemas que generan discusiones inevitables y en muchos casos, confusión o aceptación las más diversas arbitrariedades. .

Si nos enfrascamos en discutir un único problema, por muy urgente y actual que sea, sin entender el marco tradicional desde donde proviene corremos el riesgo de avanzar dando tumbos.

La cultura arquitectónica requiere urgentemente del trabajo de analizar y develar. Se trata no solamente de discutir, sino de escudriñar en los orígenes y en las consecuencias de lo que se dice.

Para esto necesitamos algunos instrumentos intelectuales. Para finalizar voy a enumerar algunos de ellos:

1-Mirar otras disciplinas

No para tomar prestadas formas y jergas. Mi limitada experiencia de lectura en los campos del arte (Ernst Gombrich), la literatura (ver: “Paz, literatura y arquitectura”, publicación reciente del blog), la estética (Hans Georg Gadamer, Jean-Marie Schaeffer)  y la historia (Robin Georg Collingwood) revelan estimulantes reflexiones sobre lo esencial de estas disciplinas. Creo la arquitectura puede enriquecerse con el aporte de estos ámbitos.

2-Soporte de la tradición

La arquitectura, como pensamiento y como teoría, tiene una trayectoria. Es cambiante, pero permite reconocer ciertos trazos, ciertas identidades que pueden funcionar a modo de mapas orientadores. Refundar y partir de cero ha sido una tentación permanente en el marco de la modernidad. Esto se ha hecho a veces con arrogancia. A estas alturas conviene estar curados de esas tentaciones fundacionales. Me refiero a pensadores como Hannes Meyer y en tiempos más recientes a Jorge Sarquis o Josep Muntañola. Conviene leer a Alberto Campo Baeza y a Rafael Moneo, atentos a la tradición. A aquella de la arquitectura y a la de nuestra lengua también. Ninguno de los dos es un tradicionalista.   

3-Espíritu científico amplio

El soporte del saber científico es irrenunciable. Como ciencia, la arquitectura debe enriquecerse y profundizarse. Eso no significa atender a una visión científica ingenua y naturalista. Toca superar las visiones simplificadas de causa y efecto y la consideración de la arquitectura como hecho meramente físico. La arquitectura se hace de materia, pero es más que materia. Lo mismo vale para el ser humano. Somos biológicos, pero no de una biología como la de los animales y plantas. Ernst Cassirer nos dice que el hombre está marcado por el lenguaje. Este, además de ser comunicativo es simbólico. La arquitectura se construye, pero es más que un hecho constructivo. Es un hecho simbólico y por lo tanto cultural.

Lo dicho se ha tratado con brevedad. Y seguramente falta por explicar más profundamente. Sin embargo, estimado lector, comparto esto contigo porque considero vale la pena sea pensado.

 

Referencias bibliográficas

- Cassirer, Ernst. 1967. Antropología filosófica. México DF, Fondo de Cultura Económica.

-Grassi, Giorgio. 1973. Construcción lógica de la arquitectura. Barcelona, Publicaciones del Colegio Oficial de Arquitectos de Cataluña y Baleares.

 

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