Este es el
tercer artículo dedicado a aquellos maestros que se han ido, dejando una
profunda huella en la arquitectura venezolana. En publicaciones anteriores de
este blog he recordado a Carlos Raúl
Villanueva y a Jesús Tenreiro. Hoy
quiero escribir algo acerca de Graziano Gasparini, fallecido hace pocos días.
1-¿Qué nos
interesa?
Este artículo
será solo una breve reflexión. En algún momento tocará hacer una indagación
justa y profunda acerca de los libros y artículos de Gasparini. Un aporte inicial
en este sentido lo constituye el trabajo de ascenso realizado por el Profesor
Hernán Lameda titulado “El Boletín del Centro de Investigaciones Históricas y
Estéticas. Aportes venezolanos a la historiografía de la arquitectura en
Latinoamérica” (UCV-FAU, 2016). En este trabajo la presencia de Gasparini es
inevitable toda vez que fue el primer director de este prestigioso centro de
investigación y escribió numerosos artículos en el boletín.
Sin embargo,
la obra escrita de Gasparini implica una amplia lista de tareas para la
historiografía venezolana. Esperemos llegue el día en que podamos contar con un
análisis profundo de su obra y pensamiento. Por ahora, toca felicitar al
profesor Lameda por adelantar algo en esa línea.
En Venezuela, en nuestra historia, somos dados a apropiarnos de la persona y a convertirla en objeto de anécdotas
y cuentos. Esto sucede mucho en el ámbito de las charlas y discursos, pero este
afán permea también a investigadores. No haré esto, en primer lugar porque no
fuimos cercanos. Sólo hablamos ocasionalmente siempre en forma muy cordial.
Pero no lo haré tampoco porque no interesa. Lo que en el ámbito de la cultura
arquitectónica venezolana tiene un gran peso son los numerosos libros de
Gasparini, sus charlas, su rol como docente e investigador, y su papel impulsor
de la historia y del patrimonio.
Es en este
sentido que intentaré escribir algunas palabras.
Tampoco este
es un artículo impregnado por la tristeza y por el recuerdo emotivo. Aun cuando
su muerte me entristece y es todavía muy cercana confieso que mi sentir
predominante es el de la gratitud y la admiración.
2-Arquitectura
precolombina y Caracas a través de su
arquitectura
A finales de
los setenta del siglo XX yo estudiaba arquitectura. En aquel entonces resonaban
nombres importantes entre los profesores de historia de la Facultad de
Arquitectura y Urbanismo de la Universidad Central de Venezuela (FAU-UCV).
Algunos de ellos: Graziano Gasparini, Juan Pedro Posani, Leszek Zawisza, Manuel
López. Poco o nada sabía entonces acerca de Gasparini, pero sí que era una
figura. Ya con las obligatorias de historia aprobadas tocaba cursar una
electiva. En ese período Gasparini no estaba activo, pero se presentó la
ocasión de inscribir historia de la arquitectura precolombina con él. Nos
abalanzamos un grupo de estudiantes hasta hacer un curso bien numeroso. El
primer día sufrimos una decepción: Gasparini no daría el curso. En su lugar lo
hizo Ciro Caraballo. Yo al menos nunca superé el traspié. A pesar de que el
nuevo profesor era ordenado y claro en sus exposiciones, me quedé con las ganas
de conocer más de la arquitectura que el curso anunciaba. En su lugar,
Caraballo insistía en que conociésemos la estructura social, económica y
territorial de los diversos grupos de la América prehispánica.
En ese tiempo
se instauró una tendencia en los estudios de historia de la arquitectura –que
hoy perdura- que privilegia el estudio de la economía y la sociedad como hilos
conductores de la historia, aun de aquella dedicada a la arquitectura. El
acierto de Gasparini es el de no caer en
la tentación de esta manía abarcadora que asfixia a la arquitectura. En ese
tiempo conocí también Caracas a través de
su arquitectura, libro doble de Gasparini y de Juan Pedro Posani. La
primera parte, a cargo de Gasparini, trata de la colonia y del siglo XX, mientras
que Posani escribe aquella dedicada a la arquitectura del siglo XX. En la
sección inicial pude apreciar una arquitectura colonial y guzmancista en obras concretas, a través de plantas, grabados y
fotografías. En este texto se revela uno de los méritos de los libros de
Gasparini: nos muestra planos y fotos de las obras y acompaña esta visión con
oportunos y precisos comentarios acerca de las obras. Los textos de Gasparini
rehúyen de etiquetas de cualquier tipo.
Para aclarar
el comentario anterior vale la pena contrastar lo que hace Juan Pedro Posani en
la parte del libro dedicada a la arquitectura caraqueña del siglo XX. Nos
presenta dos categorías de interpretación enfrentadas: el eclecticismo como
sistema y la arquitectura de la responsabilidad. La primera categoría es la de
los arquitectos que de espaldas a su país se afanan en imitar modelos foráneos.
La segunda es la de los buenos responsables que apelando a espíritu científico
y a tecnologías embebidas de industria y
prefabricación nos muestran el camino a seguir. Los primeros arquitectos
son aquellos distantes a su ideología. Los segundos –los buenos- son sus pares.
Al contrario de Gasparini, Posani trata su tema apoderándose de epítetos y
juicios tan caprichosos como injustos.
De un libro
como este queda su excelente diagramación, su volumen y espíritu en grande,
estupendas fotos y testimonios de obras valiosas de nuestra historia. Las categorías
del eclecticismo y de la responsabilidad conviene olvidarlas.
Casa en la Laguna de Sinamaica (Gasparini, 1992)
3-Años
noventa. Estudios de maestría
A comienzos de
los noventa dio inicio en la FAU-UCV la primera versión de la Maestría en
Historia de la Arquitectura. Tuvo muy buena acogida en cuanto al número de
inscritos y también estimo que tuvo un buen resultado en cuanto a aquellos que
la culminaron realizando la respectiva tesis final. Me encuentro entre estos.
A lo largo de
los diversos cursos (cuatro semestres) tuvimos algunos invitados destacados. De
Argentina vinieron Francisco Liernur y Ramón Gutiérrez. Una clase que no olvido
es aquella del profesor Eduardo Vasquez, profesor de la Escuela de Filosofía de
la Facultad de Humanidades de la UCV, quien nos introdujo en la dialéctica de
Hegel. Un invitado de lujo fue Graziano Gasparini, quien nos dio innumerables
pistas para las diversas investigaciones que adelantábamos sobre arquitectura
colonial. Un tema que expone con toda claridad es aquel de las técnicas
constructivas empleadas, en donde se combinan mampostería y carpintería. Otros
temas que ha trabajado son el barroco en Latinoamérica y los
trazados urbanos coloniales y sus relaciones con la tradición urbanística
europea.
No cabe duda
de que Gasparini es aquel ha estudiado con mayor profundidad la arquitectura
colonial venezolana, contrastándola y analizándola en relación con aquella del
resto del continente. El grueso de su producción histórica se refiere a este
capítulo de nuestra historia. Sus libros sobre arquitectura colonial presentan
numerosas repeticiones tanto de fotos como de textos.
Calle y casas de Coro (Gasparini, 1992)
4-Los últimos
textos
Los libros
sobre arquitectura colonial se volvieron referencias y se divulgaron
ampliamente. Son textos fundamentalmente descriptivos. Algunas notas críticas
se pueden reconocer en textos aislados y en los artículos del Boletín del CIHE.
Entre su
producción reciente me quiero detener en dos: El pasado presente (2015) y Arquitectura
y no (2016). Son libros de un hombre de noventa y tantos años y son tanto
quirúrgicos como irreverentes, novedosos pero igualmente bien fundamentados.
El primero de
ellos trata de “observaciones, críticas y experiencias en el camino de la
restauración” (Nota en la portada. En: Gasparini, 2015). El tema principal se
amplía en las relaciones entre pasado y presente, en el valor de la tradición y
la cultura y en una permanente sentencia: ni restauración ni arquitectura
responden a normas, acuerdos o formulaciones teóricas apriorísticas. Cada caso
es particular.
Restauración y
arquitectura pueden ser perfectamente novedosas. Sin embargo, tradición e
historia nos obligan a anclar. Para Gasparini, nuestras referencias no son sólo
aquellas remotas de los estilos del pasado. La arquitectura moderna también
hace parte de ella. Así, el propósito de un Robert Venturi de hacer de lo
complejo y contradictorio una meta a alcanzar en sí misma, por encima de los
ideales de síntesis de un maestro moderno como Mies es objeto de fuerte cuestionamiento. El texto celebre de
Venturi Complejidad y contradicción en
arquitectura ronda los cincuenta años de existencia y Gasparini antepone a
él una referencia milenaria, aquella localizada en la antigua Grecia, una
tradición que se nutre de filosofía, de ideas sobre ciudad y del legado de la
“arquitectura de los templos” (Gasparini, 2015, 2015: 38). Y escribe esto:
Templos como el Partenón de Atenas (447 a. C.) (…) y
muchos más, son producto de un propósito que (…) aplica un sistema espacial
generalizado a los requisitos específicos de una estructura cívica. Una
afirmación expresiva que nunca ha perdido vigencia debido a su alto prestigio y
valoración y que nuca ha dejado de ser referencia cualitativa en la
arquitectura hasta nuestros días. Nada de complejidades ni contradicciones,
sino perfección y serena sublimidad. (Gasparini, 2015: 38).
Partenón
(Gasparini, 2015: 39)
Hasta el
cansancio, Gasparini cita numerosos casos en donde la innovación y el coraje
creativo no tienen por qué significar irrespeto o ignorancia del pasado. Estos
dos polos –uno creativo, otro referencial- pueden establecer un diálogo
creativo y fructífero.
Para
comprender mejor esto me voy referir al segundo de los libros citados. Uno de
los capítulos se llama “Convivencia y comunidad”. Del cristalino título pasa a
exponer con toda claridad su planteamiento:
La cercanía de dos o más arquitecturas conceptualmente
diferentes y separadas por años o siglos de presencia es, en fin de cuentas, la
historia de la arquitectura.” (Gasparini, 2016: 75).
He dicho en
algún momento que la historia de la arquitectura está en los libros. Eso es
cierto, pero Gasparini nos hace ver que la historia de la arquitectura es algo
mucho más valioso: es tradición y es cultura viva. Así, una obra en concreto
nos puede mostrar cómo se puede establecer un diálogo fructífero entre
arquitecturas de tiempos diversos. Para esto, habla de una obra reciente (1993)
que se ubica en el entorno inmediato de una iglesia gótica. Esto es lo que
dice:
(…) En la ciudad de Ulm, Alemania, Richard Meier
diseñó un museo de arte en la misma plaza donde se levanta una de las más
colosales iglesias del siglo XIV. La cándida arquitectura de Meier, dominada
por la torre del mismo estilo gótico –la más alta del mundo (165,53 m.)- luce
modesta y consciente de los valores que la rodean. No hay competencia ni
posible comparación. Son marcadamente opuestas y, sin embargo, fieles
manifestaciones culturales de sus tiempos. (Gasparini, 2016: 76).
Stadhaus, Ulm (1993). Richard Meier. (Gasparini, 2016: 77)
Así como
reconoce méritos en la obra de Meier no se guarda severas palabras para la
intervención sobre el Teatro Romano de Sagunto (1985-93), a cargo de Giorgio
Grassi. Los méritos de la primera obra y los problemas de la segunda son
explicados en términos de formas, distancias y escalas, aquellos temas recurrentes de la
arquitectura. Como antes dijimos, no encontraremos en estos
textos de Gasparini ninguna referencia a categorías teóricas apriorísticas.
La lectura de
estos dos textos se vuelve experiencias de clases de arquitectura puras y
simples. Directas, sin rodeos. A los noventa años Gasparini encontró la mezcla
exacta entre la irreverencia juvenil y el juicio y meditación de la madurez.
Gracias por
esta lección estimado maestro. Mi más grande estima e igualmente mi obligación
de no olvidar su legado.
Referencias bibliográficas
-Graziano Gasparini y Juan Pedro Posani. 1969. Caracas a través de su arquitectura. Caracas, Fina Goméz.
-Graziano Gasparini. 1992. Casa venezolana. Caracas, Armitano.
-Graziano Gasparini. 2015. El pasado presente. Caracas, Fondo
Editorial UNET.
-Graziano Gasparini. 2016. Arquitectura
y no. Caracas, Editorial Arte.
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