Una cuestion esencial


            ¿la arquitectura es una disciplina autónoma, dotada de sus propias categorías de análisis y elaboración o, por el contrario, se vincula con otras expresiones culturales y científicas de otros campos del saber? 

            Ya hemos podido constatar como muchos arquitectos y teóricos miran a las ciencias naturales y a la filosofía buscando asideros firmes. 

            Sin embargo, existen también otros caminos. Un caso de marcada indiferencia al campo filosófico lo encontramos en Bruno Zevi. Este crítico e historiador trabaja insistentemente el tema del espacio arquitectónico. Así lo nombre, otras veces se refiere al espacio interior o al vacío. En líneas generales, nunca le parece necesario establecer relaciones y explicaciones entre el uso que él le da a este término y el que se le da en el campo de la filosofía (en la que existe una amplia elaboración conceptual, desde Aristóteles hasta Martin Heidegger). En su texto clásico Saber ver la arquitectura (1° ed.: 1951) encontramos que en los títulos de los 6 capítulos que conforman el libro la palabra espacio se repite 3 veces, mientras que la palabra arquitectura se repite 4 veces. La referencia al espacio es continua, así como a la propia arquitectura, la pintura y la escultura, a obras y autores y a nociones específicas de la arquitectura tales como “planta”, “escala”, “muros”. En ninguna de las partes del libro Zevi se detiene en el significado del espacio en la filosofía. Los nombres de 2 filósofos, Theodor Adorno y Ludwig Wittgenstein, solo aparecen señalados en la bibliografía final sobre teóricos del arte y la arquitectura (Zevi, 1978).

            Evidentemente, nos encontramos aquí con un franco contraste con el caso de  Peter Eisenman, en quien reconocemos una sobreexposición de filósofos y categorías de filosofía. 

            Hablemos de otro historiador: William Curtis. Prudentemente nos alerta acerca de los excesos de cierto tipo de teoría. En una entrevista que concede en 1998, Curtis señala que “el principal argumento para la reflexión procede de la experiencia de la cosa misma” (Curtis, 1998: 4). Curtis afirma que no le importan mucho cuales son las obsesiones y temas en los que los arquitectos se inspiran, siempre y cuando en la obra se pueda identificar “… un lenguaje efectivo, y (…) la creación de una nueva entidad: un edificio con vida propia” (Curtis, 1998: 5).

Evidentemente, Curtis se refiere a obras y a arquitectos. Sin embargo, su planteamiento se puede trasladar a la teoría de la arquitectura en general. Tanto para Curtis, como para Zevi, la obra es el centro fundamental de la arquitectura, y si bien no se descarta el papel de la teoría, su crítica se dirige contra el “exceso de palabras mal empleadas y conceptos pobremente desplegados” (Curtis, 1998: 6).

William Curtis es una figura destacada de la cultura arquitectónica desde finales del siglo XX. Además de sus abundantes artículos es autor de un texto ya clásico: La arquitectura moderna desde 1900 (2006. Primera edición: 1982). Esta historia es termómetro de la cultura arquitectónica y de las tendencias del pensamiento histórico y teórico. El prestigio de Curtis está enraizado en la cultura académica. No ha sido ni promotor ni participe de movimientos o diatribas ruidosas (Deconstructivismo y postmodernismo fueron ruidosos. Con esto explico lo que quiero decir).  

Esa historia de Curtis cumple este año 36 años de publicada. Y es interesante al día de hoy revisar cuales son las obras que Curtis consideró en su momento oportuno mencionar como dignas de interés. En la introducción menciona algunas obras que aparecen al final del libro. Estas son: 

-Palacio de Congresos de Salamanca (1985-92), de Juan Navarro Baldeweg.
-Banco de Hong Kong (1979-85), de Norman Foster.
-Estudio Snagath (1979-81), de Balkrishna Doshi.
-Iglesia Myyrmäki (1984-87), de Juha Leiviskä.
-Museo Chikatsu-Asuka (1989-93) de Tadao Ando.[1]
Curtis escribe sobre estas obras:
(…) Se trata de unos extraordinarios logros recientes en términos puramente arquitectónicos. Se debe también a que se cuentan entre los últimos edificios de sus respectivos lugares y sociedades, al tiempo que han supuesto una contribución a una sólida cultura arquitectónica global. (Curtis, 2006: 17).
Algunas de las obras y arquitectos citados son más conocidas, otras menos. En el caso de los arquitectos, se puede decir que algunos son silenciosos, o bien porque de hecho lo son (Navarro Baldeweg) o porque no hacen parte de países o medios de gran popularidad y difusión (Doshi). Y lo que destaca Curtis son los valores de esas obras como arquitecturas concretas. 

En un sentido, ese momento de finales del siglo XX y los comienzos de este XXI están marcados por mucha elocuencia y por una tentación filosofante o discursiva. Es interesante reconocer los nombres que Curtis incluye en esta lista de autores importantes para la historia de la arquitectura y es igualmente importante reconocer los que no nombra.

El transcurso de la teoría culmina llegando a los tiempos recientes en buena medida con este balance: arquitecturas muy variadas y búsquedas novedosas (nada de malo en ello) y un síntoma: el exceso verbal. Este, lejos de contribuir a la teoría, hace que podamos desvariar.
Muestra de ello es lo que dice Rafael Moneo sobre Peter Eisenman:

(…) Yo creo que casi todas las explicaciones que Peter Eisenman da de su trabajo, apartan de su comprensión. Yo no recomendaría, a quien quiera profundizar en el trabajo de Eisenman, seguir al pie de la letra las introducciones que él hace de sus proyectos. (Moneo, 2004: 30).
Referencias bibliográficas
-Curtis, William. 2007. La arquitectura moderna desde 1900. London, Phaidon. 
-Zaera Polo, Alejandro. 2004. “Entrevista a Rafael Moneo”. En: Rafael Moneo 1967 2004. Madrid, El Croquis Editorial.

-Zevi, Bruno. 1978. Saber ver la arquitectura. Buenos Aires, Editorial Poseidón.
           










                         
 De arriba hacia abajo:
-Palacio de Congresos de Salamanca (1985-92). Navarro Baldeweg. Exterior
-Palacio de Congresos de Salamanca (1985-92). Navarro Baldeweg. Interior
-Banco de Hong Kong (1979-85). Foster. Exterior
-Banco de Hong Kong (1979-85). Foster. Plaza interna
-Estudio Snagath (1979-81). Doshi. Exterior
-Estudio Snagath (1979-81). Doshi. Interior, con Doshi sentado en la escalera.
-Myyrmäki Church (1984-87). Leiviskä. Exterior.
-Myyrmäki Church (1984-87). Leiviskä. Interior.
-Museo Chikatsu-Asuka (1989-93). Ando. Exterior.
-Museo Chikatsu-Asuka (1989-93). Ando. Interior. 

 Referencias imágenes:

-Palacio de Congresos de Salamanca (1985-92). Navarro Baldeweg. Exterior
Recuperado el 15-11-2018. https://tinyurl.com/y8jxao3r
-Palacio de Congresos de Salamanca (1985-92). Navarro Baldeweg.
Recuperado el 15-11-2018. https://tinyurl.com/y8hlthdz
-Banco de Hong Kong (1979-85), de Norman Foster. eXTERIOR
Recuperado el 15-11-2018. https://tinyurl.com/ycjgdghu

-Banco de Hong Kong (1979-85), de Norman Foster. Plaza interna
Recuperado el 15-11-2018. https://tinyurl.com/y7px9e3y

-Estudio Snagath (1979-81), de Balkrishna Doshi. Exterior
Recuperado el 15-11-2018. https://tinyurl.com/y84fe954

-Estudio Snagath (1979-81), de Balkrishna Doshi. Exterior
Recuperado el 15-11-2018. https://tinyurl.com/y9zn9p7x

- Myyrmäki Church (1984-87), de Juha Leiviskä
Recuperado el 15-11-2018. https://tinyurl.com/y9sg4elv

- Myyrmäki Church (1984-87), de Juha Leiviskä
Recuperado el 15-11-2018. https://tinyurl.com/y9yd7a9a

-Museo Chikatsu-Asuka (1989-93) de Tadao Ando.
Recuperado el 15-11-2018. https://tinyurl.com/ybf43vrw

-Museo Chikatsu-Asuka (1989-93) de Tadao Ando. Interior.
https://tinyurl.com/yb8zt2j4











[1] Varias obras son posteriores a la primera edición. Una revisión de las diversas ediciones permitiría conocer obras y temas que Curtis fue incorporando en las sucesivas ediciones.

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