En estos días,
reviso a Aldo Rossi. La experiencia me ha resultado conmovedora. Y he
encontrado un pasaje de La arquitectura de la ciudad (1982. Barcelona,
Gustavo Gili. Primera edición: 1966) que sin duda es un duro golpe a ciertas
formas habituales de investigar. El texto que reproduzco es un comentario que
hace a segunda edición italiana en 1969:
Volviendo a leer este libro emerge de él, como
problema de fondo, la cuestión de las tendencias y de la relación entre el
análisis urbano y el proyectar. Estos temas están unidos entre sí. Pocas cosas lustran a pobreza de una parte de
las investigaciones de la arquitectura moderna como el uso del concepto dé
cientificidad que viene explícitamente (o implícitamente en los peores casos) unido al de neutralidad. La neutralidad es una noción que se aplica en un
sistema constituido por conceptos y reglas; pero cuando se entra en el examen
de estos mismos conceptos no tiene sentido alguno. La arquitectura y la teoría
de la arquitectura, como todo, pueden ser descritos por determinados conceptos,
los cuales, a su vez, no son absolutos o neutrales. Por consiguiente, ninguna idea
puede ser neutral, sino que modifica profundamente, según su importancia, el
modo de ver de la humanidad. En arquitectura los problemas del conocimiento han
ido siempre unidos a las cuestiones de las tendencias y de la elección. Una
arquitectura sin tendencia no tiene campo ni modo de manifestarse. Así, al construir
una teoría de la arquitectura, también la relación con la historia es una correspondencia de elección; mi traducción e introducción
a Boullée, realizada después de haber escrito este libro, tiene este
significado. La construcción de un racionalismo más complejo que aquel esquemático, presentado por la historiografía de la
arquitectura moderna hasta hace unos años, se enfrenta con una tradición propia
y sólo en su referirse a ella puede encontrar una justa relación con el presente.
La falta de una orientación es señal de la gratuidad
de muchas investigaciones a las que asistimos, y de su improvisación. La relación
entre el análisis urbano y el proyectar es
por tanto una cuestión que sólo puede ser resuelta en un marco de tendencias, dentro de
determinado sistema, y no puede concebirse como neutralmente resoluble (…).
(Rossi, 1982: 42-43).
Las ideas que
expone aquí son trascendentales para todo aquel que quiera aproximarse a la
arquitectura con respeto a esa actividad. La neutralidad y distancia científica
que impone el estudio de los hechos naturales no aplica a la arquitectura.
Puede que un
astrónomo se emocione por el descubrimiento de un nuevo planeta. Se emocionará
por su hallazgo, pero el hecho en sí no lo transforma ni toca sus valores. No
importa si los planetas del sistema solar son nueve o diez, o si uno de ellos
tiene dos o tres lunas.
Pero una idea o una
teoría, una determinada obra no nos dejan indiferentes. Si un día descubrimos
por casualidad una obra de un Oscar Niemeyer o de un Peter Zumthor no
quedaremos indiferentes a la experiencia y nos veremos obligados a reconsiderar
que es la arquitectura para nosotros.
Y eso sucede
también con la obra de Rossi. Veamos un dibujo y una foto de una de sus obras
más emblemáticas, el cementerio de San Cataldo en Modena (1971-84), proyecto
que realiza junto con Gianni Braghieri. Por
un lado podemos admirar esa axonometría frontal, plena de color, en la que
distinguimos columnatas, volúmenes puros y esa arquitectura tan violenta y
cruda, típica de Rossi.
Luego podemos mirar
con atención esa foto del patio central con la escalera. En cada piso vemos los
corredores y más atrás los nichos de los muertos.
Es una arquitectura
que no complace, que no conforta; pero nunca nos deja indiferentes.
La cita que
reproduzco proviene de ese libro emblemático que es La arquitectura de la ciudad Al igual que con la arquitectura, este
libro no es conocimiento inerte, ni erudición de universidad. Es complejo y
rico, lleno de propuestas para la aproximación a la díada arquitectura-ciudad.
Aspectos notables son su crítica al funcionalismo ingenuo (una derivación de la
peor simplificación del positivismo), así como el haber puesto de relieve los
temas del tipo arquitectónico y la forma de la ciudad, como materias que hacen
a la arquitectura.
Sin duda, debemos a
Rossi haber enriquecido y reformulado la teoría de la arquitectura. Regresando a
la cita, debemos agradecer haya puesto su ojo crítico en esa forma aséptica y
arrogante de abordar la investigación cultivando una neutralidad ajena a toda
humanidad.
Gracias por eso
Aldo Rossi.
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