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La forma siguiendo a la función


En Arquitectura y Forma (2005), Joao Rodolfo Stroeter dedica un capítulo a la relación entre forma y función (capítulo 8. Racionalismo y Funcionalismo). Dice que para Vitruvio, la arquitectura es producto de la suma de función + estructura + belleza. Para el funcionalismo, la ecuación de transforma en: función + estructura= belleza. Y analiza con detenimiento el célebre postulado “la forma sigue a la función”.

Una observación importante que hace Stroeter es que tanto forma como función implican conceptos “amplios e imprecisos y, por eso, difíciles de definir.” (Stroeter, 200: 136). Así:

… Es forma el espacio interior de Santa Sofía, en Constantinopla, como el capital jónico de Artemisa, en Éfeso. Son formas la plaza de la basílica de San Pedro, y la estructura en concreto de la catedral de Brasilia. Son formas arquitectónicas las esculturas de la catedral de Chartres, la luz que pasa a través de sus vitrales y los delicados ensambles en madera de los templos japoneses. (Ídem).

Forma, en arquitectura, pueden ser valores escultóricos o decorativos, la luz, el volumen, las proporciones, la disposición, las perspectivas (Ídem). La variedad de la función no es menor; se refiere a la distinción que hace Umberto Eco entre función utilitaria y función simbólica. De alguna manera, a la arquitectura moderna se le puede endosar un marcado esquematismo en la relación forma-función, mientras que el post-modernismo juega hasta el exceso con esta relación (edificios en forma de pato, perrocaliente o binoculares).

Es interesante, reproducir un pensamiento de Tadao Ando, en una línea que Stroeter define como una oposición a la simplificación del aforismo funcionalista. Esto es lo que dice Ando:

Creo en separar la arquitectura de la función, después de asegurar que los requisitos esenciales se cumplen. En otras palabras, me gusta ver hasta donde la arquitectura es capaz de seguir la función y, en la conclusión de este proceso verificar cuánto arquitectura y función se distanciaron. La esencia de la arquitectura se encuentra en la distancia entre ella y la función (…) En algún momento de la búsqueda racional de la función, las cosas toman formas. Todo esto debe percibirse desde el punto de vista del creador. No hay cómo explicar el fenómeno objetivamente, pero éste ocurre cuando se va más allá de las funciones y algo permanece sin relación directa con ellas. Es difícil explicar con palabras ese algo más. La arquitectura se hace de elementos definidos e indefinidos. El ajuste teórico entre funciones y formas, y la utilización rigurosa de formas geométricas son manera de trabajar con los elementos definidos. Lo indefinido se semeja a las relaciones que surgen de cosas que fueron llevadas a extremos. El descubrimiento de esos elementos indefinidos esté detrás de mi tentativa de separar la arquitectura de la función. Es la razón de mi intento de llevar un mensaje espiritual más allá de las funciones. 
(Tadao Ando. En: Stroeter, 2005: 137).

Para concluir el capítulo Stroeter ofrece unas contestaciones al aforismo “la forma sigue a la función”. Leamos:
            Función es forma y estructura es forma
            Función es estructura y forma es estructura
            Forma es función y estructura es función. (Stroeter, 2005: 138). 

Cuando leemos estas variantes juguetonas sobre el trajinado lema de la forma siguiendo a la función podemos quedar desconcertados. Nos percatamos de que hay muchas más variables y así mismo más combinaciones de las que antes suponíamos.

Lo que parece suceder es que el determinismo atrae. Permite razonamientos simples y directos. Y parece que de esto obtenemos seguridad. La noción de causa-efecto ha sido un poderoso instrumento en la educación convencional.

Stroeter cuestiona justamente esa seguridad.

Y si observamos –sin prejuicios- a los edificios y a las personas viviendo en ellos nos daremos cuenta de que la arquitectura puede ser muy variada e igualmente descubriremos la flexibilidad con que las personas se adaptan a diversas circunstancias.

 Si creemos que cuando tratamos de arquitectura las categorías teóricas están por encima de las ricas posibilidades de las obras concretas podemos quizás proponer sentencias, pero corremos el riesgo de limitar la arquitectura. Y esto es tanto inútil como pretencioso.




En las dos fotos, la Plaza Cubierta de la Ciudad Universitaria de Caracas. Podemos preguntarnos en relación con su función:

-¿Es el vestíbulo del Aula Magna, un auditorio de más de 2000 puestos?
-¿Es un museo abierto?
-¿Por qué la llamamos plaza?
-¿Es un espacio de circulación o es un espacio de permanencia?
-¿Cuál es su función utilitaria?

Y podemos hacer algunas preguntas en relación con su forma:

-¿Es atributo de forma las calidades cambiantes de luz a lo largo de las horas, los días y los meses?
-¿A que obedecen los bordes curvos de todo su perímetro?
-¿A qué función obedece el hecho de que sea techada?
-¿Sus formas sugieren funciones más allá del programa?

Son sólo algunas preguntas.

Lo que no necesitamos preguntar es si este espacio es magnífico.

Lo es.
  
Bibliografía consultada

Joao Rodolfo Stroeter. 2005. Arquitectura y Forma. México DF, Trillas.  





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