Los
orientales intentamos adaptarnos a los límites que nos son impuestos, siempre
nos hemos conformado con nuestra condición presente, no experimentamos, por lo
tanto, ninguna repulsión hacia lo
oscuro, nos resignamos a ello como a algo inevitable: que la luz es pobre,
¡pues que lo sea!, es más, nos hundimos con deleite en las tinieblas y les
encontramos una belleza muy particular.
Junichiro
Tanizaki. 2010. Elogio de la sombra.
Madrid, Ediciones Siruela, pp. 71-72
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