Estos son tiempos
de información y comunicación nunca antes vistas. Estos recursos técnicos
conforman una expansión. Los contenidos de las reflexiones teóricas, históricas,
sobre la profesión y sobre las obras se han ampliado enormemente. El panorama
puede parecer rico y variado pero es igualmente abrumador.
Después de
algunos años en que la arquitectura tuvo sus títulos y aires estilísticos
–postmodernismo, deconstrucción- hemos llegado a un punto carente de etiquetas
formales dominantes. Como dice el colega Juan Vicente Pantin, cada arquitecto
se ve tentado a construir su propia teoría. Y así como en los 80 Jencks dibujó
un mapa de intrincados caminos, Zaera Polo ha hecho lo mismo en tiempos más
recientes. El último mapa es más abigarrado.
Hoy, más que
nunca, las revistas muestran, aun en un mismo número, arquitecturas dispares y
opuestas. La línea editorial Casi ha desaparecido. Las revistas son cada vez
más similares y vemos en ellas casi siempre lo mismo. En el mismo número lees
las acideces de Quetglas sobre la
arquitectura contemporánea para luego ver, sin solución de continuidad, una
variedad de obras que son casos de lo que condena.
Es difícil saber hacia dónde se
orienta la inquietud teórica actual. En algunas obras sólo se reconocen estilos
personales cual marcas de fábrica. Algunos que escriben o dictan conferencias
parecen más preocupados por argumentar que por mostrar. Así, es más lo que
ocultan que lo que afirman.
Veamos ahora algunas facetas de la
arquitectura contemporánea.
I.1- EXCESOS DE
IMAGEN
Una presencia dominante es la imagen;
intervenida, virtual, lejana, irreal presta a cualquier forma de voyeurismo. Presencia inevitable y
constante y no importa que la arquitectura se vaya desdibujando o
desapareciendo del todo.
El film Koyaanisqatsi (1982) de Godfrey Reggio,
es una colección de rápidas secuencias a vuelo de pájaro que muestra claves de
esta época. Nos quedamos sorprendidos por las imágenes tan familiares: la
autopista incrustada en la ciudad, la avenida en trinchera, el edificio
prismático de vidrio, los peatones apresurados en metros y estaciones, los
habituales lugares de comida rápida donde se engulle, el pavimento plástico y cuadriculado
con luces titilantes de una discoteca.
Wim Wenders
(1945) es uno de los cineastas que más ha recreado la cultura de la ciudad
contemporánea. En su film Hasta el fin
del mundo (1991) vemos 12 diferentes ciudades y lugares del mundo en los
cinco continentes. Un dispositivo –a modo de lentes- permite ver imágenes con
exacto realismo. El efecto secundario es el
profundo dolor físico y la tristeza. La trama se complica cuando el
aparato comienza a permitir recrear los propios sueños.
Asistimos,
pasmados, a un mundo de puras imágenes. Muchas arquitecturas las realzan,
realizadas por arquitectos famosos y sumamente ocupados con oficinas en diversos
lugares del mundo y distraídos entre aviones, hoteles y charlas.
Una biblioteca de
Louis Kahn es un monumento y un homenaje al libro. El lugar para leer es un
lugar de aislamiento. En cambio una biblioteca de Rem Koolhaas –con sus
impactantes formas- se parece mucho a un local de comida rápida.
Las ciudades se
vuelven uniformes. Lo mismo hacen libros y revistas. Observamos imágenes
poderosas y pretenciosas. Sin embargo,
no lo son tanto, si después de poco tiempo son consumidas.
LOUIS KAHN. EXETER LIBRARY (1965-72). Un monumento, un homenaje al libro y un lugar de aislamiento
REM KOOLHAAS. SEATTLE PUBLIC LIBRARY 81999-2002). Un biblioteca que se parece a un local de comida rápida.
I.2- TITANISMO
Según el psicólogo Rafael Ernesto
López, el titanismo es un “asunto apremiante de nuestros tiempos”. López
describe a este carácter psicológico contemporáneo como dotado de una acelerada
desmesura, de un proceder de excesos, sin leyes ni límites (López, 2000: 9-29).
Edificios de programas vastísimos, edificios que festejan milenios, mundiales de futbol y olimpiadas,
grandes aeropuertos; son todos expresiones de titanismo.
La clásica
oficina de arquitectura, con dos, tres, hasta 10 o veinte participantes, ha dado
paso en algunos casos a empresas multinacionales de las que nos preguntamos
como hace el arquitecto a la cabeza para manejar tantos proyectos.
La actualidad es
desmesura, aunque la crisis económica ha dejado sus huellas. Otras desmesuras
–por defecto– se constatan cuando identificamos enormes carencias. En la
arquitectura y en muchas otras expresiones de un país como Venezuela se asiste
al retroceso. El Estado ya no construye hospitales, escuelas y parques. Se proyecta y se construye
con estándares muy deficientes. He aquí el anverso del titanismo.
MAPA-COLLAGE DE LAS OBRAS DE NORMAN FOSTER EN EL MUNDO
Esta es solamente una pequeña sección recortada
RENZO PIANO. AEROPUERTO KANSAI (1987-1994). Un aeropuerto de 1700 metros de largo sobre una isla artificial de 4000 metros de largo
I.3- ASUNTOS MARGINALES
Ante tanta expresión homogénea, de
repente nos entretenemos con expresiones marginales. Pueden ser aquellas que se
derivan de programas atípicos, tales como viviendas y servicios para homeless, viviendas para niños y mujeres
maltratadas, conjuntos residenciales para prostitutas adictas. Aquí, en nuestro
país, en tiempos ya no tan recientes se han realizado concursos de arquitectura
para niños de la calle y propuestas muy diversas para nuestros barrios. Si de
materiales se trata, descubrimos nuevos intereses en el uso del cartón y del
bambú o en el empleo de materiales de desecho.
Hasta la
arquitectura de calidad se ha vuelto un tema marginal. Un arquitecto como el
suizo Peter Zumthor (1943), autor de obras de notable calidad y ganador del
Pritzker en 2009, no tiene ni una extensa obra ni edificios de gran tamaño.
Proyecto y arquitecturas
de calidad, tratan de abrirse paso, silenciosamente, en este mundo titánico.
En una antología
dedicada a la arquitectura moderna (Textos
de Arquitectura de la Modernidad de Pere Hereu, Josep Maria Montaner y Jordi
Oliveras) nos encontramos con este texto: El
fin de lo clásico de Peter Eisenman, de 1984.
El texto se
regodea en filósofos contemporáneos y en problemas conceptuales, adentrándose en
los complejos vericuetos de álgidos temas: razón,
ficción e historia.
Ya
de lleno en el texto, Eisenman nos suelta esta perla: la arquitectura –desde el
renacimiento hasta nuestros días– se ha equivocado. Esto ha pasado porque los
arquitectos se han fundamentado en la razón
y según él, esta ha sido la gran ficción
de la modernidad. Aunque barre de un plumazo con quinientos años de
arquitectura, lo hace fundamentándose en filósofos. En ningún momento habla de
arquitectos u obras.
Eisenman
provoca y quiere derribar íconos. Anuncia el fin de lo clásico, pero también el
fin de lo moderno. El reto es interesante, y algunos se han sentido atraídos
por este intento.
Para
hacer esto, Eisenamn ha hecho de la arquitectura un problema intelectual. Se
aproxima a la arquitectura desde unos ideales prestados de otra disciplina. Pretende
que la arquitectura exprese algún acierto o alguna falsedad epistemológica. Este
es el Eisenamn de 1984.
En
tiempos más recientes, hace otras propuestas (Congreso Europeo sobre Investigación Arquitectónica y Urbana EURAU 08, 2008) . Aquí
nos sorprende cuando señala que los jóvenes estudiantes en sus intentos
vanguardistas ya no miran hacia Palladio y Le Corbusier, dos de los grandes de
esa arquitectura que antes despreció como equivocada en su pretensión
racionalista.
Por
lo visto, ha pasado de la provocación al llamado al orden. Son los discursos
volátiles de estos tiempos. Pero sigamos.
En
muchos de los proyectos de Eisenman reconocemos estos rasgos: el giro, las
retículas superpuestas, el desequilibrio, la disonancia y la abstracción. Sus
formas no hacen evidente algún problema concreto. Responden a ese abigarrado
mundo intelectual en el que se mueve. No entendemos sus formas, pero
reconocemos sus formas. Rehuye el campo cartesiano, la horizontal y la
vertical.
Pero he aquí que Eisenman nos sorprende. En el congreso citado de repente sentencia:
Hoy en día es difícil ganar un concurso con el proyecto de un edificio
recto: parece que los edificios deben hacer gimnasia, retorcerse, girar... Esta
es la arquitectura de la era de los medios de comunicación.
Ha dado un giro de 180 grados. De ser
promotor de los edificios gimnásticos y retorcidos ha pasado a ser crítico de
ellos. No es la primera vez en la historia que se produce un fenómeno como
este. Las personas cambian y sus ideas también. Lo gracioso del asunto es que
esto se haga sin ningún pudor, sin sentir la necesidad de dar aunque sea alguna
mínima explicación. Este sí es un rasgo de estos tiempos. Se puede decir hoy
una cosas y mañana otra. Ni el que realiza semejante pirueta ni la crítica
arquitectónica parecen enterarse. Vivimos tiempos de edificios titánicos, pero
también de gestos, actitudes y proclamas que se alejan de la buena medida y de
la correcta proporción.
La arquitectura, tal como otras
manifestaciones culturales, intenta acoplarse a su propio tiempo. Pero nunca
como en estos, es tan difícil poder reconocer alguna mínima pista, un atisbo de
coherencia. No hay asideros y la arquitectura lo expresa.
PETER EISENMAN. CIUDAD DE LA CULTURA (1997-no concluida)
REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
HEREU, Pere, MONTANER, Josep Maria y
OLIVERAS, Jordi. 1994. Textos de la
arquitectura de la modernidad. Madrid, Nerea.
LÓPEZ PEDRAZA, Rafael. 2000. Ansiedad cultural. Caracas, Festina
Lente.
Asuntos Culturales del
Cuatricentenario de Caracas.
EISENMAN, Peter (2015) Siete puntos. (Recuperado el 28-IV-2015.
http://www.revistaminerva.com/articulo.php?id=244)
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